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Obra de arte de la semana

Para tender puentes: Monet

Obra de arte de la semana

Por Baltasar Aguilar Fleitas
Tender puentes: una metáfora de uso común y reiterada últimamente hasta el cansancio en el ámbito político. Tender puentes en el sentido de establecer vínculos entre dos orillas, personas o grupos separados (¿por una grieta?).
El 5 de diciembre de 1926 falleció uno de esos pintores que marcan etapas en la historia del arte: Claude Monet. Pasado mañana se cumplirán entonces 98 años de ese acontecimiento. Nació en 1840 en Paris y murió en Giverny, localidad y comuna situada al norte de Francia.
Allí se fue en 1883, huyendo de la bulliciosa Paris. Buscaba, como la mayoría de los espíritus sensibles, la tranquilidad y el contacto con la naturaleza que le proporcionara inspiración para su obra artística. Primero alquiló y luego compró una casa con un gran jardín; transformó un pantano en un estanque; modificó el curso de un río para que a su jardín nunca le faltara agua; construyó dos puentes japoneses que iban de orilla a orilla del estanque en el que cultivó nenúfares. El conjunto le ofreció silencio, paz, contacto íntimo con la naturaleza, colores, atmósferas y luces cambiantes, perspectivas maravillosas que le ayudaron a crear muchos de sus obras. Pintó no un cuadro con nenúfares sino más de doscientos.
Este conocido puente curvo también fue visto, pintado y versionado varias veces como debe hacer un buen impresionista, con apariencias distintas producto de observaciones siempre renovadas. Como buen impresionista también gustaba pintar al aire libre y con rapidez para no dejar escapar el instante. Se dice que su rutina diaria incluía, sin falta, caminar sobre el puente, apoyarse sobre las barandas y contemplar la silenciosa entrega de luz y color que le ofrecía el ambiente. Esplendido. Fascinante.
Su lema “Para ver, debemos olvidar el nombre de las cosas que estamos mirando” alude a tratar de representar lo que se ve sin pensar en cómo debe ser lo que se pinta, un árbol tal como es en ese instante en que lo veo con unos colores y una luz que no veré jamás. Me hace acordar a esos notables versos de Wislawa Szymborska: 
Nada sucede dos veces
ni va a suceder, por eso
sin experiencia nacemos
sin rutina moriremos
Vale decir, aplicado al arte, se trata de otorgar importancia a la belleza y la vibración de lo efímero, de lo transitorio…
En esta pintura se ve la luz filtrándose a través de los árboles, iluminando el puente y el estanque con nenúfares que adquieren tonos predominantemente verdes y azules. No hay allí bordes nítidos ni límites, lo que da la sensación de infinito. Como la naturaleza misma. Monet: un pintor que veía a su jardín como una extensión de su arte.
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El puente japonés y estanque con nenúfares (Le point japonais et le bassin auz nénuphars, Giverny)
Claude Monet
1899
Óleo sobre lienzo
89,2 x 93 cm
Museo Philadelphia Museum of art, Philadelphia, Estados Unidos

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