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A solas con el niño

Foto del escritor: 25siete25siete

Por Baltasar Aguilar Fleitas

La representación del nacimiento de Jesús ocupa un lugar destacado en la historia del arte, ¡quién lo puede negar! Participaron grandes pintores y es una obra muy numerosa, pero confieso que la veo monótona, repetitiva, aburrida y en algunos casos hasta ingenua e infantil. No ocurre lo mismo con la Pasión de Cristo, más diversa y polisémica.


Hay una obra donde Cristo está en el regazo de María recibiendo a “los reyes magos” a pocos días de nacer: sostiene la cabeza y mira a los recién llegados con ojos de antropólogo. ¡Y esa obra es de Velázquez! Me recuerda a Aureliano, el primer humano venido a la vida en Macondo. García Márquez en Cien años de soledad dice “Había llorado en el vientre de su madre y nació con los ojos abiertos. Mientras le cortaban el ombligo movía la cabeza de un lado a otro reconociendo las cosas del cuarto, y examinaba el rostro de la gente con una curiosidad sin asombro”. En fin, todo es opinable. El arte no tiene por qué reflejar la realidad, es cierto, pero un poco de verosimilitud es un mérito.

Para cumplir con la fecha les traigo algo levemente diferente.


Se trata de La Virgen de Belén (1675), una escultura en madera policromada del artista español Pedro de Mena (1628-1688).


¿Qué tiene de original esta obra? Que María está a solas con el recién nacido, sin esas multitudes que suelen verse en los cuadros sobre el nacimiento de Cristo: ni pastores, ni curiosos, ni construcciones pobres, sin incienso, oro ni mirra, sin ojos asombrados, sin misterios a dilucidar. Solo ella y su hijo. Como al final de su vida según La Piedad de Miguel Ángel. 


Observen la naturalidad de la escena: el niño reposa sobre un colchoncito recubierto por una tela, con la cabeza apoyada en un almohadón de dos piezas cocidas, tiene los ojos semicerrados y se toca la oreja en señal de tener sueño; las piernas están cruzadas, los pies son regordetes y sin el relieve de los tobillos.


Y el detalle más destacado: esa mirada tierna, muy maternal y serena de María. 


No anda San José por ahí dando vueltas y tampoco hay aureolas divinas rodeando las cabezas de los personajes ni se ven ángeles revoloteando por doquier. Breve, contundente.

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La Virgen de Belén

Pedro de Mena

1675

Madera pintada 

Colección particular

Publicada: 24/11/2024


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