Apuntes sobre el abastecimiento de agua potable de Montevideo. ¿Cuál es la realidad?
- 25siete
- 5 feb
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Por Danilo Ríos

Desde el retorno a la democracia en 1984 e incluso antes de los gobiernos de facto, Uruguay se jactaba de no incluir en su agenda política temas relacionados con el agua potable. El acceso al servicio era para los uruguayos un problema superado desde tiempos inmemoriales, estaba en buenas manos y nadie se atrevía a cuestionar la calidad de nuestras aguas, que eran las mejores del mundo. El agua potable insípida, incolora e inodora, se acuñó en las aulas escolares y se transformó en una verdad incontrastable para varias generaciones.
Los inconvenientes originados con la puesta en servicio del embalse de Paso Severino en 1987/88 y los eventos de calidad ocurridos en el río Santa Lucía en 2013 y en Laguna del Sauce en 2015, marcaron el inicio de una nueva época, no solo para Obras Sanitarias del Estado (OSE).
A partir de la crisis que conmovió al sistema de abastecimiento de Montevideo en 2023, y de las polémicas que rodearon al Proyecto Neptuno desde el punto de vista técnico, estratégico, social, jurídico, ambiental, económico, político, y de las opiniones divididas relacionadas con su conveniencia, se consolidó un escenario casi desconocido para el Uruguay contemporáneo: el abastecimiento de Montevideo pende de un hilo, el sistema de cañerías está deteriorado y pierde más de la mitad del agua que se potabiliza, debe buscarse una solución urgente, los cursos están contaminados, el Estado ha sido omiso, y otras alertas.
Este cúmulo de imperfecciones y debilidades que se repiten día a día y año tras año desde hace al menos una década se ha transformado en una «verdad» que nadie se atreve a refutar. Si existen fortalezas, estas quedan de lado y opacadas por esa avalancha desesperanzadora.
Y para colmo, el encadenamiento de las decisiones políticas que derivaron en la crisis de 2023 no hizo más que confirmar lo inevitable: «era previsible», «la sequía fue anunciada por científicos», «no fue la sequía, fue la mala gestión», «no es sequía, es saqueo», «las multinacionales nos quieren robar el agua», etc. A estas frases auténticas se sumaron algunas marchas por el agua, donde parte de la ciudadanía expresó en las calles su disconformidad con lo que estaba ocurriendo.
Entre 2023 y 2024 el agua potable subió a los tablados con una fuerza inusitada, emulando quizás lo ocurrido a fines de la década de 1940, cuando los partidos políticos cruzaban ideas para crear a fines de 1952 el servicio descentralizado sobre el cual hoy se posan todas las miradas, señalado en ocasiones como la «peor empresa pública».
La irrupción del Proyecto Neptuno abonó aún más el sentimiento de que el sistema de abastecimiento de agua potable de Montevideo se encuentra al borde del colapso, y el consorcio oferente utilizó a su favor ese estado de alerta colectivo. El campo estaba naturalmente abonado para proponer una solución a ese «problema».
Es interesante señalar que las críticas que recibió desde sus inicios el Proyecto Neptuno se focalizaron casi siempre en la solución, es decir, tomar agua del Río de la Plata en Arazatí, acopiarla en un lago artificial, potabilizarla y enviarla a Montevideo, y no tanto en la existencia o en la magnitud de ese supuesto «problema». Es posible que proyectistas y críticos compartieran al menos en parte el diagnóstico, al exponer estos últimos, en varias ocasiones, propuestas alternativas y soluciones de diversa índole. «Neptuno no es la solución» … la solución a qué?
Algunos académicos y activistas sociales incorporaron a sus discursos el tema recurrente de las fugas en la red de distribución de la ciudad, citando porcentajes alarmantes asimilables a un gran despilfarro de agua y afirmando que el faltante de agua para potabilizar en Aguas Corrientes se supliría o se reduciría drásticamente con un operativo relámpago de control de fugas, interpelando públicamente a OSE por ese defecto crónico.
Cabe señalar que la reducción del agua no contabilizada es uno de los problemas más complejos que tienen las empresas proveedoras de agua, cuya solución pasa por aplicar en forma sostenida, durante años, programas de rescate que involucran esfuerzos económicos y de gestión. Ninguna administración podrá recoger los frutos de su propio esfuerzo, pero podrá cosechar la siembra de sus antecesores.
Para comprender mejor este enjambre de juicios de valor, propuestas, proyectos, iniciativas, informes, quizás sea necesario ir un paso hacia atrás, es decir, identificar y cuantificar el «problema», para luego ir en busca de la solución.
¿Por qué faltó agua potable en Montevideo en 2023?
Montevideo se quedó sin agua en 2023 porque no se construyó a tiempo la represa de Casupá. Esa fue la única razón y nada tuvieron que ver las patologías generalizadas que se le atribuyen a la infraestructura que administra OSE. Nada tuvieron que ver el estado de las fuentes, las cianobacterias, las fugas de agua y el volumen facturado, los intentos de privatización, las evasiones a la participación de la sociedad, las luchas mundiales por el agua, las multinacionales que vienen por nuestra agua, etc. Nada de eso tuvo que ver y tampoco se puede atribuir el drama vivido a lo extenso de la sequía, pues el volumen del embalse hubiese permitido salvar la crisis con holgura.
No faltará quien afirme que las razones de fondo son varias de las expuestas, y es posible que así sea. La respuesta la tendrán quienes eligieron el camino de Neptuno en sustitución de lo planificado por los técnicos de OSE.
Si la represa de Casupá hubiese estado construida y llena en noviembre de 2022, como lo estaba el embalse de Paso Severino, los problemas que tiene OSE seguirían existiendo, las fugas de la red serían las mismas, las luchas por el agua seguirían vigentes, pero no hubiese faltado el agua potable.
¿El sistema de abastecimiento de Montevideo está al borde del colapso?
Esa no es la realidad. Montevideo cuenta con un excelente servicio de abastecimiento, que llega a todos los rincones con continuidad, a precio asequible, y con agua de excelente calidad. La realidad es la que expresan los indicadores y no la que se instaló a partir de 2013 y se consolidó con el relato de los impulsores del Proyecto Neptuno.
Este juicio no significa en absoluto que no existan puntos débiles y que no se deba invertir en forma continua en cada uno de los componentes de la cadena de producción y distribución, lo cual ha sido una práctica constante y común a casi todas las administraciones, y que no se deba insistir en la reducción de fugas y en la protección de la cuenca del río Santa Lucía.
Construida la represa de Casupá ꟷúnica obra de magnitud que es urgenteꟷ, le seguirán otras para mantener operativo el servicio, y existirá un respiro para analizar con detenimiento los pasos a seguir.
En Montevideo y en todo el Uruguay, el agua corriente es la más controlada, la más segura y la más accesible. Confíe en ella.
Con una OSE saneada, fortalecida y con el apoyo de todos, siempre estaremos en buenas manos.
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