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Avatar: el camino del agua

Por Martín Coitinho

Alguien en Twitter tuvo la genial idea (y no puedo recordar quién fue) de nombrar esta secuela como “Aguatar”. No hace al caso, no la vamos a nombrar así durante la crítica, pero necesitaba compartirlo con los lectores.


Allá por 2009 (en realidad unos años antes) James Cameron decidió que todo su ingenio técnico debía ponerse al servicio de una historia épica, con recursos creados específicamente para ello. Básicamente, contar una historia de una manera tal que solo él, y nadie más que él pudiera.


Y lo hizo. Y fue un éxito enorme y sorpresivo (aunque “Titanic” debió enseñarnos a nunca apostar contra Cameron), pero sin grandes nombres en el elenco, con un híbrido entre vida real y algo parecido a la animación (“motion capture”). Y fue raro porque la vio TODO EL MUNDO, pero en cierta forma desapareció de la conversación. No se habla de “Avatar” como se habla de “Avengers” o de otros éxitos taquilleros. Tuvo sus cosas buenas (fue revolucionaria) y sus cosas malas (el impulso del 3D, que en la película está excelentemente utilizado, pero no todos los demás que le siguieron tuvieron ese cuidado).


Entonces entraron las dudas de nuevo. Cameron dijo que tenía ideas para secuelas (varias), pero que necesitaba tiempo para desarrollarlas y para poder ponerlas en pantalla.


Claro, además de mejorar notoriamente la definición y algunos detalles visuales, ahora la nueva película transcurre mucho tiempo en el agua (y por las dudas, cuando no están en el agua, llueve, no vaya a ser que un animador se la lleve fácil).


La historia sigue siendo sencilla. Cameron cuenta historias sencillas. Lo que tiene es que encuentra siempre una manera clara, directa, contundente de contarlas. Y respetando todas las reglas de geografía que requiere la acción más compleja, incluso en el agua, que lo complica todo aún más.


“Avatar 2” no es una película corta, y de hecho, siento que podría durar un poco menos. Pero al mismo tiempo, no tiene escenas superfluas. Como decíamos JC es directo, todo cumple una función. Como mucho, quizás, podríamos pedirle que alguna escena dure menos, cuando ya cumplió su cometido, pero aun con 3h12m, no es una película en la que abunde el relleno, y es difícil que un espectador pueda salir sintiendo que perdió el tiempo.


Es un poco raro, por un lado querría que James busque otras historias para contar, porque se trata, sin dudas, de uno de los mejores directores en el sentido técnico trabajando hoy en día. Casi incomparable.


Por el otro lado, nadie más podría crear ese mundo. “Avatar” es Cameron y solo existe gracias a él. Y el éxito que está demostrando en taquilla (una vez más había escépticos, y una vez más quedaron en offside por apostar contra él) respalda su visión y creo que muestra, también, que la gente quiere un cine que sea espectáculo, que sea único, que tenga una visión.


Sobre cómo el ejército norteamericano es el villano de la historia, sobre cómo el ecologismo es el valor subyacente, sobre el respeto y la admiración a las culturas indígenas y su comunión con el ambiente están siempre presentes (a pesar de ciertos detalles de “white savior” de la historia), hay también mucho para escribir.


Pero quizás no sea tan mala idea dejar que el lector/espectador vaya, vea y descubra por sí mismo todo eso. Porque lo que tienen las películas de “Avatar”, y creo que esta en especial, son experiencias.


Una vez en una entrevista, Tarantino dijo que con (no recuerdo ahora cuál película) había tratado de hacer una especie de experiencia de parque de diversiones, pero mejor, que te atrape y te lleve. Y que no lo había logrado, pero cuando vio la primera “Avatar” se dio cuenta de que James Cameron sí.


Vayan, experimenten “Avatar 2”, y si quieren, seguimos la discusión en Twitter.


Un gran comienzo de año cinéfilo. Ojalá sea un buen augurio.

Publicada: 10/01/2023

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