Baco: ¡Salud!
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Se están llevando a cabo en distintas zonas del país las tradicionales fiestas y desfiles de la vendimia, en las que se da soltura a la alegría por una nueva cosecha de uva y se goza de los efectos dionisíacos del jugo de la vida. Que en una época de desaparición de los rituales se mantengan estas celebraciones y se hayan incorporado otras, es un hecho digno de destaque por su benéfico impacto en la cohesión social e identidad local.
Como homenaje a estas celebraciones presentamos un cuadro que alude directamente al tema. Es de un extraordinario pintor y, a la vez, un personaje pendenciero (por decir poco): se trata de Michelángelo Merisi, más conocido como Caravaggio. Un pintor grande entre los grandes.
Caravaggio nació en Milán en 1571 y murió en Porto Ercole, Italia, en 1610. Era hosco, violento, intolerante y de carácter irascible. Participó en innumerables reyertas, seguramente mató a algunas personas, se dice incluso que siendo niño mató a otro niño. Fue herido, preso, se escapó de una prisión; fue condenado a muerte por cortarle el pene con una espada a otro compañero de juerga que murió desangrado, sentencia que nunca se ejecutó. Fue rechazado por sucio y maloliente, dormía armado y su fallecimiento es un misterio: no se sabe si fue una muerte violenta o por una infección; las investigaciones actuales sostienen que no murió en una playa italiana perseguido por la policía como se decía sino en una cama de hospital por malaria o neurosífilis o infección estreptocócica. Lo cierto es que su cuerpo nunca fue hallado.
Tenía comportamientos sexuales muy particulares (algún estudioso de su vida lo catalogó como “omnisexual”); en esta “preciosura” de persona cabía todo, incluso la pederastia, tenía ayudantes y modelos niños en su taller, -uno de ellos es el personaje del cuadro que vemos hoy- a los que les llamaba (por su tarea real o metafóricamente, vaya uno a saber), los “limpiapinceles”.
En fin, sobre la vida de Caravaggio se han escrito libros, hecho documentales y películas, pero no abundaremos más en esto por el momento. Tras este perfil se oculta una vida familiar desgraciada, con pérdidas prematuras de sus padres. Seguramente con ese comportamiento trataba de conquistar lo que la vida le quitó. Si lo traigo a cuento no es para regodearme con lo execrable sino porque así fue la vida de este gran artista. Caravaggio es un ejemplo, entre tantísimos, de la siempre discutible relación entre el artista, o el científico o lo que sea, y su obra. Admito que hay casos que hieren la sensibilidad pero nunca hago una clasificación moral de lo que leo o veo, y nada me impide apreciar los valores estéticos de la obra ni de Neruda ni de Picasso ni de Rimbaud ni de Caravaggio ni de…(puf! se me agotaron los puntos suspensivos para referirme a enormes figuras de la cultura con personalidades y conductas muy discutibles, por lo menos cuando se revisan esas vidas a la luz de los modelos actuales).
El cuadro se llama Baco y allí no hay muertos ni decapitaciones tan frecuentes en otras obras de Caravaggio. Por el contrario, acá se ve a un muchacho fornido pero sin apariencia divina, como uno más de la calle, esos personajes comunes que pintaba Caravaggio. Pretende representar al dios romano del vino y la fiesta, equivalente a Dioniso de la mitología griega. Está reclinado con aspecto displicente, en un lecho desordenado y desprolijo del que se ve parte del colchón. Lleva hojas de parra y uvas en la cabeza y está cubierto solo parcialmente por una toga cuyo cordel manosea con su mano derecha. Con la mano izquierda nos ofrece vino en una copa ancha y poco profunda. Frente a él hay una mesa de piedra y encima un cuenco de fruta y una jarra de cristal con vino tinto; obsérvese que la fruta está en mal estado, es incomible, como señalándonos la fugacidad de todo en la vida. Baco nos mira con la cara encendida por una tonalidad rosada y lo mismo puede verse en sus manos, signos de ebriedad. Si se amplía el cuadro se puede ver que tiene las uñas sucias. Un reflejo en la jarra de cristal parece ser un autorretrato de Caravaggio, difícil de ver en esta escala.
Observen el fondo oscuro de la obra: esta característica se aprecia en prácticamente todos sus cuadros; las figuras quedan iluminadas como con luz propia sobre un fondo oscurísimo: este estilo se llama tenebrismo, fue una característica de los inicios del barroco en el siglo XVII y su máximo exponente fue precisamente Caravaggio.
¿Te unirías a Baco para celebrar la vida?
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Baco
Caravaggio
1595
95 x 85 cm
Galería Uffizi, Florencia, Italia
Publicada: 19/03/2024
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