Cantos a la pereza
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Por Baltasar Aguilar Fleitas

La semana pasada, como es tradicional, hubo celebraciones vinculadas al trabajo: el Día del Trabajador rural (30 de abril) y el Día de los trabajadores (1º de mayo). El trabajo estuvo en el centro de festejos, reclamos, controversias…se alabó al trabajo: como necesidad y ocupación humana, como virtud, como un empeño que dignifica, como escalera para llegar al cielo…
A lo largo de la historia predominó una valoración positiva del trabajo hasta el punto de adjudicársele propiedades salutíferas. Pocos se atreven a realzar lo contrario: escasean las alabanzas a la haraganería, a la pereza, a trabajar solo lo necesario para vivir.
William Faulkner, el gran escritor norteamericano, autor de obras tan clásicas como El ruido y la furia, Absalón Absalón, Mientras agonizo, etc. en ocasión de un reportaje se atrevió a elogiar la pereza:
«—¿Qué tipo de trabajo hacía usted para ganar ese “poco dinero” de vez en cuando?
—Lo que se presentara. Yo podía hacer un poco de casi cualquier cosa: manejar lanchas, pintar casas, pilotar aviones. Nunca necesitábamos mucho dinero porque entonces la vida era barata en Nueva Orleáns, y todo lo que quería era un lugar donde dormir, un poco de comida, tabaco y whisky. Había muchas cosas que yo podía hacer durante dos o tres días a fin de ganar suficiente dinero para vivir el resto del mes. Yo soy, por temperamento, un vagabundo y un perezoso. El dinero no me interesa tanto como para forzarme a trabajar para ganarlo. En mi opinión, es una vergüenza que haya tanto trabajo en el mundo. Una de las cosas más tristes es que lo único que un hombre puede hacer durante ocho horas, día tras día, es trabajar. No se puede comer ocho horas, ni beber ocho horas diarias, ni hacer el amor ocho horas… Lo único que se puede hacer durante ocho horas es trabajar. Y esa es la razón de que el hombre se haga tan desdichado e infeliz a sí mismo y a todos los demás». (Fragmento de una entrevista a William Faulkner 1897-1962)
No obstante esa opinión, la pereza es una condición vergonzante y forma parte de los siete pecados capitales. Se la ha representado de múltiples formas por medio del arte. El Bosco, por ejemplo, la incluye en La mesa de los siete pecados capitales, una obra de 1510 aproximadamente. La pereza está representada por un sujeto que duerme a pata ancha con su perrito junto a una estufa a leña. Pero una monja, imagen de la fe, viene a importunarlo e intenta despertar a este holgazán porque ha llegado la hora de rezar. ¿Se despertará en ese lugar tan calentito y acogedor?
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Los siete pecados capitales. Título original: Zeven Hoofdzonden
Hierónimus Bosch, El Bosco
~1510
Óleo
119,5 x 139,8 cm
Museo del Prado, Madrid, España
Lo que se presenta es un collage con la obra completa en la que se señala en rojo el pecado de la haraganería que se muestra separado como detalle.
Se acercan los días en que se pondrá bueno para estar así…