Constitución de la República Oriental del Uruguay
Obra colectiva atribuida al “Constituyente”.
Tanto se mire la confrontación ideológica a la que asistimos, la profundización de las grietas, el uso de mentiras en la redes sociales a diestra y siniestra, la naturalización de los escraches y las fake news como armas políticas a diestra y siniestra, la censura de medios, el apriete a periodistas o las abiertas presiones sobre el Poder Judicial y la Fiscalía General de la Nación, todo confluye en que este modesto librito merece ser destacado esta semana.
En un estilo llano, aunque con ciertas expresiones vetustas, la obra marca las reglas a seguir por todos quienes quieran jugar en el campo de la democracia.
Tras unas reñidas elecciones, la segunda fuerza política del país se hizo del poder tras un balotaje, cuyo resultado nadie cuestionó, por lo que asumió el poder en forma completamente legítima.
Los parlamentarios fueron electos por el voto popular y tienen el derecho-deber de legislar —y en circunstancias excepcionales que lo ameriten— votar leyes de urgencia.
El pueblo tiene mecanismos para decidir, como lo hizo recientemente, erigirse en legislador, a través de la democracia directa, para confirmar o no lo votado por sus representanes.
Al Poder Judicial le toca aplicar la ley, libre de toda interferencias del poder político y garantizar los derechos (de amigos y de adversarios, por igual).
Los periodistas y los medios deben desafiar al poder —a todos los poderes— diciendo y preguntando lo que crean que es útil que se conozca o sospechen que a alguien no le conviene que tal tema esté en la palestra. Eso no debe costarles al trabajo, ni el ser sometidos al escarnio por quienes detentan el poder.
Todas esas cosas, y muchas más, se pueden leer en esa medida prosa empleada por el inefable Constituyente.
Incluso en el artículo 77 se puede leer si el Presidente de la República puede o no hacer campaña por el referédum, aunque los exégetas del texto no se pongan de acuerdo y el propio Luis Lacalle Pou diga que tiene miedo de “pisar la raya, porque me gusta”.
