Crónicas de un forense (edición ampliada 2024)
De Hugo Rodríguez Almada
El sello Sudamericana del Grupo Random Penguin House acaba de lanzar esta nueva edición que recoge una veintena de casos forenses relatados por el autor, quien así los presenta el propio en el prólogo:
“Me parece que cuando en 2014 publiqué Crónicas de un forense. Historias de personas perseguía la pretenciosa utopía de rescatar a la Medicina Legal y las Ciencias Forenses de ese lugar de fantasía rayano en la magia —a todas luces mentiroso— en el que fueron colocadas por las series televisivas. Una superchería muy redituable. No solo para los productores de esos entretenimientos, sino sobre todo para el sistema de justicia, cuyos representantes deben dar certezas al colectivo social sobre cuestiones en las que manda y mandará la incertidumbre. Y encima deben intentar dormir tranquilos.
Como en ese entonces, 2024 me encuentra siguiendo un paradigma que está en las antípodas de ese forense todopoderoso capaz de saber la hora de la muerte con solo tocar el cadáver o mirar las agujas del reloj pulsera del finado. Y me sigo cuidando de caer en el fetichismo tecnológico. Sé muy bien que entre el laboratorio más sofisticado en manos de personas sin formación médico-legal y un perito con sentido común padeciendo en la morgue más pobre y menos equipada del mundo, siempre es preferible —y mucho menos riesgosa— la segunda opción.
Todo eso ya lo había aprendido hace diez años. La diferencia es que ahora tengo algunas decenas de argumentos más, que no son otra cosa que la vivencia directa de casos concretos que determinaron sufrimientos injustos y evitables para muchas personas y familias.
Aquel primer libro tuvo una repercusión inesperada. Aunque sabía que la palabra “forense” en la tapa podía vender, estaba preparado para que esas historias, que mostraban una visión de nuestra actividad tan opuesta a la que reinaba en el imaginario colectivo, pudiera no ser lo que necesitaba leer el público. Pero fue bien recibido por la crítica, tuvo una presentación elogiosa, que no olvidé, a cargo de Gonzalo Eyherabide, y agotó cuatro ediciones. Tal vez lo que más me impactó es que fuera una de las obras que representó al país en la Feria Internacional del Libro de La Habana en 2016. Y, sobre todo, que su presentación estuviera a cargo de Jorge González Pérez, uno de los más admirables forenses del planeta. Ese pudo ser un buen día para jubilarme.
Pero no lo hice. Envalentonado por la repercusión del primer libro de historias y ante la insistencia de la editorial, persistí en la tarea de nadar a la manera del salmón, cuestionando mi propia especialidad y mi propia práctica profesional. En 2019 vio la luz Los héroes de la bodega y otras crónicas forenses.
Ese segundo libro no fue igual que el primero. Como lo advertí en su introducción, esas nuevas crónicas forenses eran primas hermanas, pero no hermanas gemelas de las iniciales. Su autor era cinco años más viejo y confió más en que sus lectores le permitieran formas narrativas menos lineales, introducir asuntos de su propia biografía y exhibir su subjetividad. Sobre todo aumenté la apuesta de dejar en segundo plano los detalles técnicos del caso forense, para poner el foco en la historia de las personas, para mostrar lo ya sabido y tan a menudo olvidado: la verdad judicial no tiene demasiado que ver con la verdad material. Y siempre es más chica.
Escribir ese segundo libro fue una experiencia tal vez más movilizadora que el anterior. Me supuso salir a buscar a las víctimas primarias o secundarias de los hechos de violencia que me había tocado ayudar a investigar muchos años atrás. Invadí sus vidas. Moví cielo y tierra, revolví archivos judiciales y redes sociales, para dar con esa gente y conocer qué fue de ellas. Y dar oportunidad a revelar lo que permaneció a resguardo del expediente judicial. En esa tarea reconocí la misma adrenalina que me inundó en mis lejanos años de trabajador de la prensa noticiosa.
Como cada vez que tuve que hacer una devolución a las familias como médico forense, constaté que la oportunidad de recorrer sus propias heridas y cicatrices les hizo bien. A mí me hizo mejor poder escribirlas. Y me emocionó mucho verlas sentadas en la platea el día que Facundo Ponce de León presentó el libro.
Esta edición 2024 reúne las historias de ambos libros. Se presentan en dos partes, respetando el orden inicial. Varias fueron editadas, de modo de corregir imperfecciones y, sobre todo, incorporar nuevos hechos o derivaciones judiciales ocurridas ínterin.
También quise agregar, a modo de bonus track, una nueva historia que merece ser contada, sabida y —en lo posible— aprendida para repetirla. Al releer la última frase compruebo que mis prensiones utópicas siguen intactas, al igual que mi intención de homenajear a la memoria de mi profesor Guillermo Mesa y de regalarle estas historias a mi muy querida nueva generación de la Medicina Legal uruguaya”.
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