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El amor pese a todo

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    25siete
  • 11 nov 2024
  • 4 Min. de lectura

Por Baltasar Aguilar Fleitas

Les contaré una historia de amor de origen griego. Los protagonistas se llamaron Eros y Psique.


Había una vez una mujer de carne y hueso, por lo tanto mortal y corruptible, llamada Psique, una de las tres hijas de un rey. Esta chica era de una belleza extraordinaria (realmente era muy pero muy bella, aunque de una belleza tan corruptible como ella). Tan bella que empezó a despertar celos en Afrodita, la mismísima diosa de la belleza y madre de Eros. Al ver Afrodita cómo los hombres adoraban y deseaban a esta simple mortal y abandonaban su templo, muerta de envidia, se le ocurrió mandar a su hijo Eros (Cupido para los romanos) que era el dios del amor y el deseo sexual para que le tirara unos flechazos a la tal Psique con el fin de que se enamorara de un hombre feo, pero muy feo, casi un monstruo, y así tuviera su vida arruinada: en otras palabras la quiso sacar de competencia. 


Hay que aclarar que a Cupido (Eros) se lo representa como un niño travieso, muchas veces con los ojos vendados, equipado con un arco y flechas con las que perfora el corazón de los enamorados. Si, efectivamente como lo oyen, las flechas de Eros entran justo ahí, en el nódulo que comanda la actividad cardíaca, el corazón se embobece y empieza a trabajar solo para el amor.


Puesto a cumplir con el mandato de su madre, ocurrió que Eros se enamoró apasionadamente de Psique. Se la llevó a un lugar secreto y hermoso para amarla con la condición de que Psique no le viera la cara: el dios del amor quería ver pero no ser visto. Enterada Afrodita de este percance en sus planes, resolvió mandar a las hermanas de Psique a que fueran a visitarla con el propósito de sembrar cizaña (¿no será un monstruo ese joven que te visita todas las noches?, le preguntaron). Intrigada Psique aprovechó una noche en que Eros se durmió y provista de una lámpara de aceite para iluminarse, lo miró y quedó deslumbrada por la belleza del dios del amor. Pero la torpeza propia de los mortales hizo que una gota de aceite caliente de la lámpara cayera sobre Cupido, que se despertó y, enojadísimo, huyó.


Desesperada, Psique vagó por el mundo en busca de su amado y terminó llegando al templo de Afrodita, quien dijo “esta es la mía, ya verás lo que te espera”, eso se dijo. Y la puso a prueba para ver hasta dónde llegaba el amor de su posible nuera (en fin, ya se sabe cómo son estas cosas). Afrodita le encomendó a Psique algunas tareas muy difíciles como separar semillas mezcladas en una sola noche para lo cual contó con la ayuda de las hormigas, que se compadecieron de ella; recolectar el vellón de un rebaño de carneros salvajes para lo cual siguió los consejos de un junco; llenar una jarra con agua del Estigia, un río muy peligroso que no está aquí sino en el inframundo…bueno, que queda ahí no más, en cualquier ciudad hay una o varias bocas de entrada al inframundo, generalmente un poco alejadas del centro…en esta tarea le ayudó un águila que llenó la jarra por ella. Y otro sacrificio que le impuso fue que, ya que iba al inframundo trajera un cofre de oro con un poco de belleza que le dio Perséfone advirtiéndole que no lo abriera porque era solo para la diosa Afrodita. Pero Psique desobedeció, abrió el cofre y entró en un sueño profundo.


Así, dormida, la encontró Eros a Psique. La despertó con un beso. Ese es el beso que sigue inmediatamente después de esa mirada tiernísima y anhelante que representa Canova en su escultura, (si no para qué la miraría de esa manera si después no viniera todo lo demás incluido el beso). Eros la perdonó por la quemadura  y la llevó ante Zeus, el dios supremo del Olimpo y rey de dioses que, después de analizar la situación concluyó que el amor de Psique  merecía ser recompensado por lo que le otorgó la inmortalidad. Eros y Psique se casaron en una ceremonia divina (llena de divinidades), vivieron desde entonces en el Olimpo y suegra y nuera se reconciliaron.


La historia de Eros y Psique es una alegoría que nos muestra cómo el verdadero amor puede superar varios obstáculos y pruebas si existe en su doble dimensión física y espiritual, expresadas por la bella mortal Psique y el etéreo e invisible Eros o Cupido.


La estatua que, entre otras obras de arte inmortalizó esta historia se llama Psique reanimada por el beso del amor. Su autor es el escultor italiano Antonio Canova (1757-1822) del que el pasado 1 de noviembre se cumplió aniversario de nacimiento. Fue el principal representante del neoclasicismo europeo que se extendió desde mediados del siglo XVIII hasta principios del XIX y que se caracterizó por un retorno a la estética grecorromana: fíjense la perfección de las figuras, la delicadeza de los cuerpos y la fina expresión de los sentimientos de esos personajes trenzados en un dulce beso al despertar. 

___________________

Eros y Psique. O Psique reanimada por el beso del amor. Título original: Amore e Psiche

1793

Escultura en mármol 

155 cm

Museo: Louvre, París, Francia

(A la izquierda, detalle; a la derecha, estatua completa). 

Repárese cómo se dibuja una X en cuyo centro se encuentra el beso.

Publicada: 12/11/2024

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