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El blindaje de abril de Lacalle

Por Edgardo Rubianes


El 31 de marzo en un reportaje televisivo el coordinador del GACH, Rafael Radi, lanzó una consigna estratégica: “Debemos blindar abril”. Con ella mostraba la gran preocupación que venía teniendo dicho colectivo de médicos y científicos sobre la evolución de la epidemia en el país. Los datos que manejaban eran concluyentes: el escenario epidemiológico más indeseado, caracterizado como de transmisión comunitaria nivel 4 (TC4) con circulación viral comunitaria y capacidad de respuesta limitada, se había instalado.


Esto había sido considerado como una evolución posible en el documento presentado al presidente Lacalle a inicios de febrero. Se caracterizaba la situación de ese momento como TC3 con capacidad moderada de respuesta y analizaba posibles trayectorias, la más grave pasar a TC4. Para ese caso se preveían y enumeraban posibles medidas restrictivas de modo de bajar drásticamente la movilidad de la población, objetivo central de la estrategia. Entre ellas -textualmente- “la restricción de la circulación por la vía pública en horarios determinados (p.ej. 0-6 AM) salvo para trabajadores esenciales” (1). Como vemos, desde el propio GACH se consideró inicialmente esa fuerte medida restrictiva.


Aunque no lo manifestó explícitamente, la consigna propuesta por el coordinador del GACH cuestionaba en los hechos la tibieza de las medidas anunciadas una semana antes por el propio Lacalle. Tanto él como otras autoridades del gobierno trataron posteriormente de asociar la consigna con lo anunciado por ellos en la conferencia de prensa del 23 de marzo. Cualquier observador perspicaz -o lector del documento de febrero del GACH- detectará la divergencia clara entre las propuestas del colectivo científico y lo aprobado por el Poder Ejecutivo. Esos son los hechos e indican responsabilidades sobre el devenir posterior. Analicemos que ha sucedido durante el mes de abril cuando ya está culminando.


Varios son los indicadores utilizados para evaluar la evolución de la pandemia, tanto en el mundo como en nuestro país, y todos nos hemos ido familiarizando con ellos. Pero algunos tienen más importancia en una fase epidémica que en otra. Además, en el marco de la fuerte expansión de la enfermedad y su consecuente stress sobre la estructura sanitaria, se han presentado dificultades para obtener ciertos datos o confeccionar confiablemente indicadores en tiempo real (número de test diarios realizados y porcentaje de positividad dentro de ellos; población total COVID+), y también se han producido ciertos errores. A mi entender, el número preciso de infectados diarios va cobrando menor relevancia dado el número de positivos no testeados que se sabe existen, la saturación del sistema de rastreo y pérdida de los hilos epidemiológicos y las demoras en la realización de los hisopados o de los propios test. Son indicadores que fluctúan pero que de cualquier modo dan una visión global y muestran en qué medida estamos por fuera de los límites de control epidemiológico.


Existen otros indicadores que sí son “duros”, y por supuesto muy dolorosos, como ser el número de muertes acaecidas diariamente asociadas a Covid+.


Tenemos dos fuentes relevantes de información al respecto. Por un parte, la proporcionada en el informe diario del MSP que señala la cantidad total de decesos ocurridos asociados a COVID+. Por otro, el informe específico brindado por la Sociedad Uruguaya de Medicina Interna (SUMI) que releva nuevos ingresos ocurridos en el día en las 54 unidades de tratamiento intensivo (CTI) desplegadas en el país, así como el número de egresos de las mismos contabilizando dentro de ellos los decesos.


De acuerdo a la información aportada por el MSP, el número total de fallecidos diariamente en abril, no solo tuvo un salto respecto a meses anteriores, sino que se incrementó a lo largo del mes, pasando de un promedio semanal de 250 muertos la primer semana a más de 400 las semanas subsecuentes. Los muertos totales en el mes rondará la cifra de 1600. Somos el país con mayor índice de muertos de América Latina considerando la población e integramos el podio a nivel mundial.


Correlacionando esa información con la aportada por SUMI, se puede establecer que durante el mes de abril el 43% de las muertes ocurrieron en los CTI, un dato que en cierta manera sorprende. El resto de los fallecimientos ocurrieron en domicilios, residenciales de adultos mayores y también en centros de salud. Son pacientes que, entre otros motivos, no fueron derivados a CTI por opciones terapéuticas vinculadas a comorbilidades presentes, decisiones familiares de contención o porque la evolución fue extremadamente rápida.


La información sobre los casos ingresados en CTI se esquematiza en la figura adjunta. Se puede observar la evolución diaria de ingresos y egresos y el número total de camas ocupadas por pacientes Covid+ resultante de ese flujo.

El número total de camas ocupadas en CTI por Covid+ fue creciendo a lo largo de abril pasando de 360 pacientes el primer día del mes hasta 574 el 26 de abril. Ese incremento del 60% derivó a que, salvo un día, los ingresos diarios fueron superiores a los egresos. A su vez, la distribución de egresos muestra que los fallecimientos diarios son mayores que los egresos por alta. A lo largo de abril, por cada 10 egresos registrados 6 lo fueron por fallecimiento del internado y solo 4 por alta. Una tasa alta, mayor a la informada en meses previos.


Los test con diagnóstico COVID+ han tenido, como se dijo, fluctuaciones diarias a lo largo del mes. El rango de variación se ha dado entre los 2500 y 3200 nuevos casos positivos diarios, aunque hubo días con cifras superiores o inferiores. Esos valores son 3 o 4 veces superiores a los que corresponden al límite entre el nivel 3 y el nivel 4 de transmisión comunitaria y más de 12 veces que la meta de 200 casos diarios definida por el GACH de forma de controlar la epidemia.


Muchos conocemos casos de COVID+ que no se explican cómo pueden haberse contagiado dado los cuidados tenidos, incluso habiendo recibido la primera dosis de la vacuna y hasta la segunda. Atribuirles un uso irresponsable de su libertad es un insulto. Atribuir su contagio al entorno en un contexto de movilidad obligada, lo mismo. El propio presidente estuvo en cuarentena. La fase TC4 precisamente se caracteriza por transmisión comunitaria no controlable, por tanto las medidas individuales (tapaboca, higiene de mano, etc.), si bien necesarias, no alcanzan para evitar la propagación. Por algo el GACH en el documento de febrero enumeraba importantes medidas restrictivas a considerar.


En conclusión, la información disponible muestra que durante abril no estuvo operando ningún mecanismo de blindaje para revertir la TC4 instalada y evitar el incremento de casos, en particular los graves. Por el contrario, asociado a un aumento consolidado de diagnósticos positivos de COVID, se han incrementado los decesos, que casi se duplicaron entre la primera semana de abril y las tres restantes del mes, alcanzando valores que son más del triple del valor inferior que caracteriza el TC4. Por su parte el número de pacientes en CTI aumentó permanentemente durante abril llegando a su máximo en estos días. Dada la alta tasa de mortalidad observada, nada indica que durante mayo no seguiremos teniendo muchas muertes que pudieron ser evitadas. Este el resultado del “blindaje” gubernamental de abril. Que cada uno saque sus conclusiones.


Publicación original: 27/04/2021

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