En la puerta de la escuela
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Un niño campesino se detiene en la puerta de una escuela. Ha caminado más de una legua para llegar allí. Lo que ve es un mundo que le resulta ajeno: un grupo de chicos comparten una clase y se aplican a realizar trabajos sentados en sus bancos, frente a una pizarra y al lado de un mapa que cuelga de la pared.
Observa atentamente lo que allí ocurre.
Parece que tiene vedado el ingreso. O no se anima a entrar por considerarse diferente dada su pobreza expresada claramente en la vestimenta. Sus ropas están agujereadas y muestran varios remiendos, remiendos sobre remiendos.
Se apoya en un bastón, sostiene una gorra y lleva dos morrales. El calzado luce muy débil para transitar los caminos terronudos y polvorientos del lugar. Ni siquiera un caballo tiene, ni vemos un perro que le acompañe pero por allí andará: en el campo siempre hay perros.
Podemos imaginarlo atravesado por emociones contradictorias: admiración, envidia, resentimiento, al fin y al cabo las cuestiones del alma no se planifican. Al mismo tiempo, está deseoso de compartir ese momento y, quizás, intuya que allí están las únicas posibilidades de una vida mejor que la que llevan sus padres.
No importa cuál es la razón por la que no atina a entrar. No puede ejercer el derecho a la educación: eso es lo único que interesa.
El pasado 20 de noviembre, hace tan solo dos días, se conmemoró el Día de los derechos del niño. Día de ceremonias vacías y discursos aburridos y previsibles. Todo muy obvio.
Ocasión para recordar, desde esta humilde columna, que millones de niños en el mundo y desde hace muchos años, demasiados, comparten la triste condición de ese niño que vemos en el cuadro.
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La pintura “En la puerta de la escuela” (1897) es de Nicolai Petrovich Bogdanov- Belski (1868-1945), pintor realista ruso. Él también conoció la pobreza y la humillación. Era hijo “ilegítimo” de un trabajador y junto con su madre, vivían con su tío, como “agregados”. Pese a ello se hizo un camino en la pintura. Muchos de sus lienzos hacen referencia a los niños. Este es uno de ellos y merece ser la obra de arte de la semana.
