Esas rosas me matan
Por Baltasar Aguilar Fleitas

Un día como hoy, 11 de marzo pero de 222 dC fue asesinado en Roma el emperador Heliogábalo. Reinó sólo durante cuatro años, 218-222 dC; tenía 14 años al asumir y a los 18 fue decapitado en una conspiración de su propia familia.
Heliogábalo, que se llamaba en realidad Varius Avitus Bassian, adoptó ese nombre porque proviene del latín Heliogabalus, que a su vez deriva del dios solar sirio El-Gabal (o Hélios Gabal en su forma helenizada). Todo en referencia a su conexión con el culto solar, que intentó imponer en el Imperio Romano.
Fue un personaje excéntrico, indómito, extravagante. Ridiculizó costumbres romanas, se vestía como mujer y se casó con varios hombres, quería ser conocido no como emperador sino como emperatriz, intentó cambiarse de sexo, organizaba fiestas y orgías en las que gustaba hacer bromas pesadas a los invitados.
Su abuela organizó su asesinato, fue ejecutado con su madre, su cuerpo fue arrastrado por Roma y arrojado al Tíber.
De todos modos algunas de sus experiencias pueden haber sido exageradas por sus adversarios políticos.
Uno de los hechos que protagonizó es el que figura en la obra de arte que hoy presentamos: invitó a muchas personas a una orgía y en un momento de la festichola se desprendió el techo del lugar y cayó sobre ellos una cantidad tal de pétalos de rosas que provocó la muerte por asfixia de muchos de los concurrentes.
El cuadro, llamado Las rosas de Heliogábalo fue realizado por el pintor anglo-holandés Lawrence Alma-Tadema, a fines del siglo XIX. El emperador, al fondo, vestido con una túnica púrpura y una corona de oro se deleita sonriente observando cómo una avalancha de pétalos de rosa sofoca hasta la muerte a sus invitados. La obra tiene dos interpretaciones: una mirada superficial nos diría que se trata de una escena de placer, una orgía finísima; sin embargo no todo es lo que parece, en realidad esos personajes se están muriendo.
No se sabe si esto ocurrió realmente o es una leyenda que bien pudiera ser cierta dada la personalidad del emperador; lo que sí se sabe es que está inspirada en relatos históricos como la Historia Augusta. Pero es innegable que este cuadro es un icono de la corrupción y decadencia del Imperio Romano.
El escritor francés Antonin Artaud escribió un ensayo en 1934 que se titula Heliogábalo o el anarquista coronado en el que reinterpreta a esta figura histórica tan estrafalaria y pone énfasis en su carácter subversivo, revolucionario y demoledor de un orden caduco.
Recuerden: no todo es lo que parece, esto no es una bacanal sino un crimen, y todo es cuestión de medida: las rosas son hermosas pero una sobredosis de rosas puede matar.
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Las rosas de Heliogábalo
Lawrence Alma-Tadema
Óleo sobre lienzo
1888
132,7 x 214,4 cm
Colección particular
Publicada: 11/03/2024
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