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Esquivando patadas

Actualizado: 5 mar 2021

Por Gabriel Otero

La vieja televisión a válvulas esa tarde estaba perdida. Lejos de la señal, movíamos la antena por toda la cocina. Probamos con una extensión del cable hacia afuera e improvisamos con una vieja llanta de bicicleta cuyo herrumbre cepillé para que hiciera contacto con el cobre del cable. Atada a un palo, mi improvisada antena parecía un atrapasueños.

El sueño era que atrapara la señal de algún canal de aire donde poder ver la final del mundial 86. Primero venía el audio, casi perfecto. La imagen del periodista se agrandaba y achicaba según como estuviera funcionando el vertical u horizontal.

Empezaban a dar las alineaciones, suplentes, los árbitros ,era inminente el comienzo. Desaforado el periodista, hablaba de los dos capitanes, Maradona y Rummenigge. Yo le hacía comentarios y preguntas a mi padre mientras él lidiaba con la ruedita que estaba en la palanca que cambiaba canales, una especie de sintonizador que debía ser manejado con la precisión de un ladrón de caja fuerte... un milímetro más y se arruinaba todo.

A la vez que le conversaba a mi padre, él me pedía que moviera un poco más la antena y con la mano que le quedaba libre giraba una perillas (eran tres, si mal no recuerdo) que estaban del lado de los controles sobre la mitad del tablero.

¡Ya está! Ahí, ahí Gabriel, no la muevas más... solté despacio, bajé del taburete al cual me había subido para dar más altura a la antena... y ahí quedó, quietita con la señal en los viejos rayos de la llanta.

Fue justo a tiempo, llevaba un par de minutos de comenzado. Argentina vestía camisetas claras y Alemania un poco más oscuras. Cada dribling, moña y taco apenas se distinguía, había que ser contorsionista para seguir el trámite del partido, al moverse la imagen tanto, se veía mejor en algunos puntos de la pantalla, en algunos los jugadores parecían fantasmas y no había manera de distinguir quién era, solo para el lado que atacaban.

Llega el gol de Brown y la niebla del televisor no dejó ver nada, un golpe... arriba, como para q se arregle o se quiebre... se arregló y lo vimos en el replay, centro y cabezazo potente.

Segundo tiempo, Argentina se ponía dos a cero, gol de Valdano, estaba medio desaparecido del partido y definió como los crá... desborde, sale Shumagger y la mandó cruzada, lo vimos bien al gol, tanto que lo grité antes...


Lo miro a mi viejo que no emitía sonido y le digo... ya está, ¡Argentina campeón!

Eso parece... me dijo sin dejar de mirar la pantalla.


Rummenigge gol... córner, cabezazo y Rummenigge va al piso y patea casi en la puerta del arco.


Resoplé y no hicimos comentarios.

2 a 1... bien, Argentina no perdía el control del partido, todas las pelotas pasaban por Diego, Valdano estaba activo, Filliol seguro en el arco...


De repente un córner a favor de Alemania, dos cabezazos en el área y Voeller hace el segundo y empata...


Sentí que había secado a los porteños, solo callé y seguí mirando.

La pelota que Maradona le mete a Burruchaga para el tercer gol es gloriosa.

Simplemente la acaricia. Maradona las quiso todas, como en todo el mundial, y quiso el gol en la final q no se dió...

Pero la generosidad intacta, ese pase desde su cancha para que el gran Burru corra y defina fue mágico, hoy lo rescato, junto con el gol con la mano a los ingleses, las patadas que esquivó y las q se llevó.


Esquivando patadas, así explicaba su mejor gol Diego Maradona, llegué al área rival esquivando patadas...


Pasaron 2 años para que yo vea esos goles en tele a color, ya con un aparato que a remoto subía y bajaba el volumen.

Publicación original: 26/11/2020

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