Hoy iremos al psicoanalista
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Sí, efectivamente, iremos al psicoanalista, o mejor dicho, a tres psicoanalistas.
Acompañaremos a una artista singular —pintora y escritora— que necesita esa ayuda profesional. Es una mujer nacida en España, que pasaremos a buscar por su casa en México, para lo cual deberemos retrotraernos a la mitad aproximadamente del siglo pasado.
Se llama Remedios Varo. Nació en 1908 y murió en 1963 a los 55 años de edad.
Tomada la decisión de ir al psicoanalista, quizás Remedios haya elegido como acompañante o confidente a Leonora Carrington, su mejor amiga, pintora y escritora como ella, pero inglesa, que también se fue a vivir en México (de Leonora Carrington vimos un cuadro el año pasado). Remedios y Leonora eran muy amigas, eran “almas gemelas”. También tuvo buenas relaciones con Frida Kahlo.
La consulta transcurrió dentro de lo esperado. No bien salió de la entrevista se comprometió a hacernos una pintura que describiera el lugar, qué había sentido y lo que había conseguido para mejorar su vida. Efectivamente, cumplió con lo prometido y esa pintura, que hoy les presento, muy elocuente y original, se llama Mujer saliendo del psicoanalista. Es un óleo sobre tela, pequeño, 71 x 41 cm, que pintó en 1960 y que está en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México.
Allí la vemos representada como una figura antropomórfica femenina, en el patio interior de un edificio circular de paredes altas. Está entre dos puertas. Se muestra como un personaje con movilidad y decisión, liberada. Su pelo es canoso, como si hubiera ganado en madurez. No mira al espectador sino hacia la derecha. Tiene puesto un vestido verde amplio que a la altura del pecho esconde otro rostro, que ese sí nos mira.
En su mano derecha lleva una canastilla en la que se ven tres objetos que la misma autora considera “desperdicios sicológicos”: un reloj, que puede interpretarse como el miedo de llegar tarde, a una cita por ejemplo; por otro lado vemos una llave, que simboliza la obligación de abrir caminos, y, por último, un huso para hilar, objeto que ha estado relacionado con una actividad propia de la mujer en muchas culturas, y en este caso, quizás se refiera al rol mitológico de tejedoras de destinos. Si uno se pone a pensar seriamente, efectivamente son desperdicios sicológicos, “construcciones” autoimpuestas o impuestas por la sociedad.
Esta mujer acaba de salir de la puerta que tiene detrás y el resultado más evidente de la consulta está mostrado sin tapujos no solo en la canastilla: en su mano izquierda sostiene, tomada apenas de las barbas, una cabeza de hombre mayor, pronta para tirar en un pozo en el que se refleja la luna. No descartamos que también se despoje en ese pozo de la canastilla con los “desperdicios sicológicos”. Ella misma lo dijo: “Soltar es lo que se debe hacer al salir del psicoanálisis”. Seguramente, y en lo que se refiere a la cabeza del viejo, algo tiene que ver con una relación conflictiva con el padre y al complejo de Edipo descrito por Sigmund Freud. Es posible también que ese simbolismo se pueda extender a toda liberación de autoridad masculina e incluya al poeta surrealista Benjamin Péret, su segundo exmarido…y a algún otro que haya incidido en su vida.
El cielo es vaporoso, parece una atmósfera química.
Que sale de una consulta psicoanalítica no cabe duda: si agrandan la imagen verán en la pared al lado de la puerta y junto al timbre, una chapa que dice "Dr. FJA". Esa sigla alude a Freud, Jung y Adler, tres médicos que estudiaron profundamente el inconsciente del alma humana. Por eso lo del principio: acompañamos a Remedios Varo a tres especialistas en la materia.
Remedios Varo fue una personalidad que llamó la atención del mundo intelectual en su momento. Utilizó en sus pinturas motivos místicos, extraños, legendarios, mágicos, oníricos…por lo que se ganó el apodo de “la hechicera”. Octavio Paz, el gran poeta mexicano dijo con razón “En Remedios Varo solo es real la tela”.
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