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Intimidad, luz y silencio

Por Baltasar Aguilar Fleitas

Johannes Vermeer fue un pintor neerlandés del siglo XVII. Nació en la famosa ciudad de Delft en 1632 y vivió tan solo 43 años.


No produjo muchas obras, apenas una treintena. Quizás por eso vivió modestamente.


Si bien no parece haber sido muy reconocido en su época lo cierto es que él y Rembrandt fueron los grandes pintores del siglo de oro holandés (siglo XVII).


Entre esas pocas creaciones se destacan algunas de gran calidad artística. La obra más popular de Vermeer es La chica de la perla pero hoy presentamos otra, La lechera.


Para entender y disfrutar este cuadro hay que tener en cuenta que Vermeer es el pintor de las escenas domésticas, donde se “siente” el ambiente de tranquilidad, serenidad e intimidad en que se muestran los personajes. Fue un agudo observador de la vida de la mujer, sobre la que en sus pinturas no proyectó una mirada erótica sino cotidiana, hogareña.

La lechera es una mujer joven, una criada tal vez, que vuelca leche desde una jarra a un recipiente que se encuentra en una mesa junto a un canasto de mimbre con pan. En la mesa hay, además, una jarra azul. Se conjetura que está preparando un budín de pan.


Si hacen zoom en cualquier parte del cuadro verán la maestría de Vermeer para representar pequeños detalles: las gotas de leche en las paredes de los recipientes, la textura del pan casero que se muestra muy apetecible (¿o es pan viejo que se aprovecha para hacer un budín?), el aspecto mantecoso del chorro de leche, las paredes de la habitación con manchas de humedad, enseres de cocina colgados y agujeros y clavos, y abajo, en el ángulo inferior derecho, una estufa cuadrada de madera que se utilizaba para calentar los pies.


Los colores predominantes son el amarillo y el azul de la ropa de la muchacha y el mantel que cubre la mesa.


La mirada de la joven es recatada, humilde y concentrada en lo que está haciendo. Todo parece transcurrir en silencio. Hay pintores que, quizás por la temática o por la composición o por la actitud de los personajes, tienen esa sorprendente capacidad de pintar el silencio. Vermeer es uno de ellos. Es inútil conjeturar acerca de esa particular habilidad, mejor sorpréndanse y gócenlo.


Todo transcurre en una esquina de la habitación, iluminada, como es característica de Vermeer, por una cálida luz que entra por una ventana, como siempre ubicada a la izquierda del cuadro.


El museo donde se encuentra la obra programa una exposición sobre Vermeer para el próximo febrero y en los trabajos preparatorios para ese evento y mediante la técnica de escaneo se descubrió el pasado mes de setiembre que en el original el pintor puso una cesta de mimbre de sauce en la mesa y un colgador de jarras en la pared detrás de la mujer. Estos elementos fueron sacados luego por Vermeer para dar mayor serenidad y quietud al cuadro. ¡Vaya detalle!

Es una obra pequeña, 46 cm x 41 cm. Está en el Rijkmuseum, en Ámsterdam, Países Bajos, y fue pintada en 1657-58.

Publicada: 13/12/2022

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