La diferencia está en el detalle: esto es llorar
Por Baltasar Aguilar Fleitas

El arte de la pintura ofrece muchas oportunidades de conocimiento, disfrute y contemplación estética. Uno de los pasatiempos más bonitos y gozosos es buscar detalles en las obras y detenerse en ellos. Hablamos de pequeñas imágenes que por apuro o superficialidad en la mirada no advertimos a menudo. Para eso hay que acercarse al arte con detenimiento, con “aroma de tiempo”, expresión del filósofo Byung-Chul Han que me gusta citar con frecuencia. En esos detalles radica muchas veces el sentido mismo del cuadro o escultura que tenemos delante. Hoy quiero volver a una obra extraordinaria que ya vimos en esta serie y que se puede revisitar aquí.
Lloramos. Unos más, otros menos lloramos. Lloramos por emoción, por angustia, por rabia. Lloramos por una pérdida, por la muerte de un ser querido... Lloramos al nacer. Unos lloramos a cara descubierta, otros se esconden para llorar.
El derrame de lágrimas es una expresión singular del cuerpo ante las olas de la vida que rompen en la orilla. El llanto se ha representado muchas veces en el arte. Pero creo que las lágrimas que derraman los personajes de El descendimiento de Cristo son, por su magistralidad, las que ocupan el lugar más destacado.
El descendimiento de Cristo o Descendimiento de la Cruz es una obra excepcional del pintor flamenco Rogier van der Weyden. Es un óleo sobre tabla en el que hay diez personajes incluido Cristo. De ellos, cuatro son mujeres:
Virgen María
María de Cleofás
María Magdalena
María Salomé
Los diez expresan de distintas maneras su pesar pero sólo dos lo hacen con lágrimas: María de Cleofás y María Magdalena, señaladas con flechas rojas en el cuadro superior del collage. Surge, con mirada actual y sentido crítico (que no deben aplicarse en esa dirección en el siglo XXI) la pregunta ¿los varones no lloran?. Dejemos eso por ahí porque no es el propósito de este artículo.
María de Cleofás habría sido una de las discípulas de Jesús que lo siguieron y ayudaron desde que estaba en Galilea, y fue testigo de su pasión. María Magdalena también y, además, en compañía de otras mujeres fue la primer testigo de la resurrección, según una tradición en la que concuerdan los cuatro evangelios. Después comunicó la noticia a Pedro y a los demás apóstoles. Según un relato que solo aparece en el Evangelio de Juan, fue testigo ocular de una aparición de Jesús resucitado.
Vean cómo el autor pinta las lágrimas que brotan y descienden por el rostro de estas dos mujeres. A mí me resulta una imagen impresionante…
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El descendimiento de la cruz (en neerlandés De Kruisafneming) es considerada la obra maestra del pintor flamenco Rogier van der Weyden.
Aproximadamente 1435.
Óleo sobre tabla.
Mide 220 cm de alto y 262 cm de ancho.
Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid.
Publicada: 11/02/2025
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