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La Liga de la Justicia (de Zack Snyder)

Por Martín Coitinho

La historia de Hollywood está llena de películas con enfrentamientos (a veces feroces) entre directores y estudios. Recordemos que cuando se entrega el premio a mejor película en los Óscar el galardón lo reciben los productores, que son los “dueños” de la película, y no los directores (a veces hay directores que producen, pero ese es otro tema).


La creencia generalizada es que cuando los estudios interfieren disminuye la calidad del producto. Existe esa convicción de que la película es “inferior” si el director no puede hacer lo que quiere, si no lo dejan ser “autor”. Asimismo, la idea de que una producción accidentada da como resultado una mala película tiene cientos de ejemplos a favor y en contra.


Para mencionar un par de casos (del mismo año y que comparten directores), tanto “Lo que el viento se llevó” como “El mago de Oz” tuvieron producciones complicadísimas y peleas de productores y directores que terminaron en múltiples reemplazos. Sin embargo, ambas películas son consideradas clásicos y su éxito, comercial y artístico, es innegable.


Lo que pasó con la “Liga de la Justicia de Zack Snyder” tiene un poco de interferencia del estudio, mezclada con tragedia personal.


Las dos primeras películas del nuevo universo de DC no funcionaron. “El Hombre de Acero” convenció a muy pocos con su tono demasiado oscuro y solemne para una película de Superman, además de algunas escenas indefendibles (véase la muerte de Pa Kent). “Batman v. Superman” es un caos, e hizo mucho menos dinero de lo esperable para una película con los dos superhéroes más importantes de la franquicia (especialmente al compararlo con el dinero recaudado por Marvel con personajes clase B).


Entonces, mientras Snyder filmaba su “Liga de la Justicia”, el estudio se empezó a poner nervioso y llevó a Joss Whedon para reescribir algunas escenas (algo que pasa en Hollywood por lo menos desde “Máxima Velocidad”) y darle “ligereza” a un guion denso y solemne.


Cuando la tragedia familiar golpeó la puerta de Snyder, este decidió dejar de pelear y Whedon pasó a dirigir nuevas escenas y tratar de complacer al estudio. Porque —y esto es importante— la película que se estrenó en 2017 no es “La Liga de la Justicia de Joss Whedon”, sino una versión altamente editada e intervenida por un estudio que tenía, entre otros, requisitos muy estrictos en cuanto a la duración (no más de dos horas) y la fecha de estreno de la película. Por eso no hubo tiempo ni de dejar que Henry Cavill se afeitara el bigote…


El resultado fue una película que mostraba una constante pugna entre dos o más visiones, algo que no terminaba de cuajar nunca. Pero, ojo: está muy lejos de ser la peor película de este universo DC, al menos para quien escribe.


Ahora Snyder tuvo la chance (y 70 millones de dólares cortesía de la necesidad de Warner de impulsar HBO Max) para terminar su visión. Y el resultado es…

…no muy diferente a sus anteriores trabajos en la franquicia. “La Liga de la Justicia” de Snyder sigue siendo solemne y pesada, abusa de las cámaras lentas y está musicalizada de la forma menos original posible. La primera mitad (la película dura cuatro horas) es extremadamente lenta y tiene una cantidad de escenas irrelevantes (algo que un buen editor nunca permitiría) y otras tantas que se prolongan más allá de lo necesario (ver acotación anterior).


Hay cosas que funcionan: Ben Affleck está bien como Bruce Wayne/Batman; Henry Cavill hace un buen trabajo, dentro de lo que el guion le permite; la inclusión de Flash le da un tono un poco más entretenido y permite momentos más “light”, por lo que la segunda mitad es más entretenida. Y sí, la película es más coherente que en su versión anterior.


Hay otras tantas que no: Amber Heard es muy mala en su actuación y en su acento, la fotografía es fea, el abuso de las pantallas verdes por sobre las locaciones es notorio y molesto, hay efectos especiales que no se ven bien, algunos diálogos son imperdonables si fueron escritos por alguien que tenga más de 12 años. La película no termina nunca: hay como cuatro falsos finales y un final (posiblemente filmado con posterioridad) tan malo como los peores momentos del universo DC.


En definitiva: es una película para fans de la marca. Para el espectador casual, no ofrece mucho. Es un espectáculo carente de lo lúdico de las entregas de Marvel y posiblemente irrelevante en el contexto general, ya que no tendrá secuelas ni será parte “oficial” de la historia de este universo.


Epílogo: en la película aparece Willem Dafoe, en un papel que interpreta también en Aquaman. El gran Willem era el actor favorito de Alejandro Torre (@fubolverdá en Twitter) a quien me permito dedicarle esta columna. QEPD.

Publicación original; 23/03/2021


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