Laica, ¿gratuita y obligatoria?
Nicolás Bentos
Desde la reforma vareliana esos pilares sostienen nuestra educación. Son nuestras insignias y en muchos momentos nos dieron un gran estatus mundial.
En lo que concierne al carácter laico de la educación, es el único pilar que se mantiene, en gran medida, fuerte. Los otros dos, ya no tanto.
Paso explicar los acontecimientos que han ido en su contra, desde un buen tiempo a esta parte.
En lo que atañe al pilar vareliano de gratuita ya no es tal. En principio, marcaré la exponencial quita de becas económicas a los estudiantes. Esto hace mella en sus dificultades que antes de alguna manera estaban mitigadas. Para continuar marcaré que el año pasado, en plena pandemia y con sus padres teniendo que preocuparse por la no pérdida de fuentes de trabajo, el Estado en vez de acompañar con políticas públicas, subió tarifas (sobre todo Antel y el sistema de Internet), subió el IVA y subió los costos de la canasta básica.
A todo esto, desde las autoridades de la Educación se abogaba por mantener el contacto por la virtualidad. ¿Cómo hacer lo anterior si los estudiantes no tenían computadora, no tenían WiFi y sus padres empezaban a quedarse sin trabajo? Era imposible llevar a cabo la petición del CoDiCen bajo esas condiciones.
Ya en este año y hace horas, según lo expresado por Robert Silva en entrevista al diario El País y en un nuevo marco de virtualidad, se establece que dicha instancia sea obligatoria (más adelante hablaré sobre ello).
Para esto se deben dar ciertas condiciones para que la educación sea verdaderamente gratuita. Como primera condición, que todos los estudiantes tengan computadoras. ¿Cómo las van a conseguir si sus padres están sin trabajo o apenas pudiendo cubrir los gastos mínimos y cuando, en muchas ocasiones, son más de 3 o 4 hermanos? En este caso, Anep no supo prever dicha situación, me pregunto si no hubiera sido mejor asegurarle a cada estudiante (o lo más que se podía) una ceibalita. Estuvimos 23 días, en este 2021 para establecer esas acciones. En consecuencia de lo anterior, ¿cómo poder costear el Internet si a sus padres no les alcanza? Tampoco se previó esto por parte de Codicen en triangulación con Antel y el Ministerio de Economía y Finanzas para establecer la exoneración del pago a las familias más vulnerables.
Por otro lado y no menor, por parte de los docentes, tampoco están las condiciones dadas para realizar esto ya que muchos no han podido completar la unidad docente, tampoco tienen computadoras, ni acceso a Internet.
Claramente, la educación gratuita que proponía Varela no estaría llevándose a cabo y va en contra de lo expuesto por la Constitución de la República en el artículo 71 cuando expresa: "Declárase de utilidad social la gratuidad de la enseñanza oficial primaria, media, superior, industrial y artística y de la educación física;..."
En lo que tiene que ver con la obligatoriedad, recordemos que semanas anteriores y por decreto presidencial este pilar vareliano se quitó. Esta medida, cabe aclarar que va en contra en contra del artículo 70 de la Constitución de la República cuando expresa:
"Son obligatorias la enseñanza primaria y la enseñanza media, agraria o industrial".
Ahora Robert Silva, como autoridad máxima del Codicen, vuelve a aplicar la normativa. ¿Esto no genera caos e incertidumbre en la población cuando se va para atrás y para adelante en las medidas? Por otro lado, ¿cómo se puede asegurar la obligatoriedad en la virtualidad cuando pasa todo lo dicho anteriormente por parte de estudiantes y docentes?
Como corolario de esta situación está en juego la situación emocional tanto de los estudiantes como de todos y todas las funcionarias. ¿No sería bueno reforzar los equipos multidisciplinarios, designar más adscriptos, más educadores, más administrativos y auxiliares de servicio para poder sostener el vínculo y proteger las trayectorias educativas de una mejor manera así como las condiciones higiénicas de los centros educativos? Recordemos que en esos momentos estamos en índice de color rojo en todos los departamentos y la curva de contagios parece no aplanarse.
Sin ninguna medida que defienda a los más vulnerables, la situación conduce a que la brecha social y educativa se acreciente a pasos agigantados y no se vislumbra lo contrario. Es más, la medida de la "obligatoriedad virtual" hasta parece ser una medida con un dejo de clasismo por parte de Robert Silva puesto que no contempla la realidad de los estudiantes y de los docentes.
En conclusión, ni gratuita ni obligatoria.
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