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Las mujeres de Rubens

Por Baltasar Aguilar Fleitas


Se dice que en nuestra época el cuerpo ocupa un lugar central en las preocupaciones de las personas. Y que la salud y la belleza están excesivamente apreciadas. Eso es verdad pero la atención por la estética corporal, sobre todo en la mujer, es antiquísima, no nació en el siglo XX ni en el actual: siempre existió. Lo nuevo ahora es la transformación del cuerpo en mercancía y la fuerte hegemonía de un patrón o perfil de belleza distinto, impuesto y difundido desde la publicidad y la medicina. Hoy se valora la delgadez y aún subsisten variadas formas de discriminación según lo que indique la balanza. Pero la noción predominante de lo que es bello y lo que no lo es cambia con el devenir histórico.


Para centrarnos en un ejemplo concreto pongamos atención en este cuadro muy conocido del pintor barroco Peter Paul Rubens (1577-1640). Se llama Las tres Gracias y fue pintado por este artista en la década de 1630.


Allí vemos a tres mujeres desnudas, solo cubiertas con un tenue velo. Una está de espaldas, y las otras dos de costado. Están unidas por los brazos lo que le da al cuadro un gran dinamismo. La mujer del centro y la de la derecha miran a la otra, como si la estuvieran recibiendo. Ya veremos quién es la saludada. Si se observa la posición de los pies, parece que están empezando a danzar.


Las tres Gracias eran hijas de Zeus y Eurínome, y cada una tenía un nombre que no interesa recordar en esta ocasión. Las Gracias representaban la belleza, el amor, el deseo…Fueron llevadas al lienzo, la madera y el mármol por muchos artistas en distintas épocas. Recordemos que hicimos mención a ellas cuando analizamos el cuadro Primavera de Sandro Botticelli, aquellas tres finas damas sobre las que disparaba sus flechas Cupido. Pero lo que importa destacar es que el propósito de Rubens al hacer este cuadro no fue trasladar a la pintura un tema religioso pagano sino pintar, inspirándose en ese mito, a tres mujeres de su época agraciadas con el ideal de belleza del momento. Es fácil darse cuenta que son mujeres rozagantes, de abundantes carnes y probablemente hasta puede adivinarse la presencia de celulitis, que también era motivo de atracción. Cuando vean mujeres de este volumen en un cuadro, jueguen unas fichas a que el autor es Rubens. Un dato curioso es que la mujer de la izquierda, a la que las otras miran, es la segunda esposa del pintor, de la que estaba muy enamorado; cuando se casaron, ella tenia 16 años y él, 53. 


Rubens realizó esta obra para adornar su casa; pero el rey Felipe IV la compró en la subasta que se realizó luego de su muerte en 1640.


El cuadro tiene una doble iluminación: una luz de fondo y otra que parece partir de los cuerpos blanquísimos de las mujeres. El fondo muestra un hermoso paisaje de campo verde donde se ven ciervos pastando, el cielo es de un bellísimo azul, y las “diosas” están bajo una vegetación frondosa, de la que cuelgan ropas y una guirnalda de rosas. En el ángulo superior derecho hay una fuente con un ángel que porta una cornupia (un gran vaso  con forma de cuerno de la abundancia) de la que brota agua límpida.

Las tres Gracias es un óleo sobre tabla de roble de 221 x 181 cm. Se encuentra en el Museo del Prado, Madrid; una reproducción fotográfica parcial se puede ver en la exposición del museo que se está llevando a cabo en la peatonal Sarandí de Montevideo.


Buscar detalles nimios en obras de arte es una grata tarea. Es como pillar al pintor en un momento de inspiración y picardía. Hagan zoom sobre la figura: en la segunda flor blanca de la guirnalda empezando desde la izquierda, se ve  una abejita… Simpático ¿no?

Publicada: 02/01/2024


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