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Lightyear

Por Martín Coitinho

Durante la pandemia, Disney decidió estrenar tres películas de Pixar en su plataforma Disney+: “Soul”, “Luca” y “Turning Red”. La primera no me pareció la gran cosa, aunque hay que reconocerle su ambición, que la emparenta con obras maestras como “Intensa Mente”, la segunda es preciosa, una película que tiene todo para convertirse en un clásico familiar, la tercera (estrenada hace relativamente poco) es simplemente una maravilla millennial.


Cualquiera de las tres es mejor que esto que Disney decidió que sí merecía ir al cine.

“Lighyear” no es una mala película. En general funciona, visualmente está muy bien lograda, tiene chistes buenos, un protagonista relativamente carismático y no aburre. Pero es muy poco.


Pero de este conjunto de películas de Pixar es lejos la menos ambiciosa. No se le ve realmente ningún motivo para existir que no sea el hacer caja con un personaje muy reconocible de una de las franquicias más importantes de la casa de animación.


Que se trate de una película que supuestamente Andy (el niño de “Toy Story”) vio en 1995 no tiene sentido ninguno, pero aun aceptando esa premisa, lo que vemos carece de un interés más que meramente superficial.


Hay, sí, un par de ideas buenas, pero poco explotadas, y rodeadas de un elenco de secundarios que son más molestos que divertidos (salvo Sox, el gato, que es un hallazgo).


Por sobre todas las cosas, lo que más molesta es que un estudio que supo hacer algunas de las películas más importantes de lo que va del siglo (no hablo solo de animadas, películas en general) nos dé algo tan deslucido, tan “por cumplir”, tan carente de ambición.


A la hora de los positivos, como dijimos, visualmente se luce, y además la música de Michael Giacchino es un disfrute.


Con un público casi asegurado podrían haber apuntado al infinito y más allá, pero se quedaron cortísimos. Una pena.

Publicada: 19/06/2022


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