“Lo mejor de ir es volver”, de Albert Espinosa
Por Lorena Zeballos Báez
“Mi madre siempre decía que los que se aman siempre bailan mal, porque es imposible estar cerca de la persona que quieres y concentrarte en cualquier otra cosa que no sea disfrutarla”
¿Vieron cómo los bebés, después de caerse y empezar a llorar, si les ponemos agua donde se golpearon casi de forma automática se calman? Me pasa algo parecido cuando leo lo que escribe Albert Espinosa, básicamente porque desde el arranque no pretende curar nada, simplemente a recordarte que ese porrazo al final solo te deja un chichón.
En “Lo mejor de ir es volver” viajamos a Barcelona en el día más mágico del año: 23 de abril, día de Sant Jordi. Un 23 de abril del futuro, donde una anciana cumple 100 años y se le concede el deseo del “karma artificial”: ¿a qué persona podría quitarle la vida, legalmente, para saldar una injusticia del pasado?
Es una novela sobre recuerdos, amor, perdón y respeto. Con el condimento exquisito de recorrer una de las ciudades más hermosas de Europa.
