Lucha de clases en el campo
Por Baltasar Aguilar Fleitas
La obra que hoy presentamos es de Gustave Courbet (1819-1877), polémico pintor francés, uno de los máximos representantes del realismo en arte y activista político cercano al socialismo. El realismo pictórico fijó su atención en la vida cotidiana de las personas y su entorno y rechazó cualquier tipo de abstracción o motivación mitológica, histórica o religiosa. A partir de la revolución de 1848 Courbet fue catalogado como “revolucionario peligroso”. En el estudio de Courbet en Paris se reunían personalidades notables e igualmente “peligrosas” del momento como Baudelaire, Corot, Daumier y Proudhon. El grupo de Courbet se disolvió luego del golpe de Estado de Luis Napoleón Bonaparte en 1852. Administró los museos de la ciudad durante la Comuna de Paris, fugaz experiencia revolucionaria que transcurrió entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871. Al caer este movimiento fue encarcelado y después se exilió en Suiza, donde murió de cirrosis provocada por el consumo de alcohol.
La obra de arte de la semana se llama Señoritas de pueblo (Les Demoiselles de village). No es la obra más representativa de Gustave Courbet pero expresa eficazmente su sensibilidad social. Está datada en 1851. Es un óleo sobre tela de 195 cm x 261 cm. Está en el Museo Metropolitano de Nueva York.
El lienzo muestra a tres mujeres elegantemente vestidas pero de manera impropia para un paseo por el campo. Sus ropas y sombreros son más adecuadas para una recorrida por la ciudad. Courbet logra así convencernos de que pertenecen a la burguesía urbana.
En ese lugar se encuentran con una niña descalza a la que obsequian con algún alimento de los que llevan en su canasta. Una limosna. Podría ser una escena banal de la vida cotidiana pero en manos de Courbet nos vemos obligados a ensayar otra interpretación. El artista quiere darnos el mensaje de que así, de esa manera tan superficial y frívola, usando la caridad, los ricos de la ciudad pretenden solucionar los problemas de los pobres del campo. La escena se desarrolla al aire libre, en un paisaje pleno de luz y color. Un perrito observa a dos vacas que parecen extrañar la escena.
Pero hay un detalle más relevante: observen, ampliando la figura, los rostros y actitudes de las otras dos mujeres: muestran distancia, desapego, indiferencia y hasta desprecio por la niña pobre. Para ellas, este ha sido un inesperado encuentro.
Esta obra no ha perdido vigencia. Sigue existiendo la dádiva en distintas formas para aplacar conciencias y como improbable camino al cielo.
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