Mank y Orson
Por Martin Coitinho
Citizen Kane (El Ciudadano) es una obra maestra del cine. El lector se habrá encontrado con esa frase muchas veces. Pero no deja de ser cierta.
Orson Welles construyó una obra cinematográfica (¡con solo 24 años!) que sintetiza una cantidad de técnicas del viejo Hollywood, utiliza todos los recursos narrativos (visuales, sonoros, y de guion) a su alcance, los sistematiza, los resignifica, y muestra nuevos horizontes de posibilidades del séptimo arte, siendo un punto de inflexión entre lo “clásico” y lo “moderno”.
Pero no la construyó solo. Su genio también consistió en rodearse de quienes más sabían y amalgamar sus contribuciones en un solo producto.
El guion es una parte de eso, escrito en colaboración con el guionista Herman Mankiewicz (cuánto hizo cada uno es objeto de discusiones hasta el día de hoy).
La producción y el estreno de Citizen Kane desataron la ira de William Randolph Hearst (magnate de periódicos en EEUU quien fue la inspiración del protagonista cuya vida es contada en una mezcla punzante de tonos de burla y tragedia), y éste hizo todo lo posible para destruirla primero físicamente y luego en reputación.
Welles ganó el Oscar a mejor guion en parte como premio consuelo por todos los rubros que le serían negados, y porque, al final del día, es un premio que debía necesariamente compartir (había a regañadientes aceptado compartir el crédito con Mankiewicz).
En 2010 David Fincher dirigió la que, para quien escribe, es la película de la década pasada. The Social Network (Red Social), la historia de la creación de Facebook, nos presenta un Charles Foster Kane moderno. Erica Albright (el personaje de Rooney Mara) será el Rosebud de Mark Zuckerberg (en la excelente interpretación de Jesse Eisenberg). Ambas películas están interpelando la vacuidad del sueño americano desde lugares no tan distintos.
Si bien Kane era un poco más política (en el sentido de sistema político), los paralelismos son evidentes y se nota el interés de Fincher de examinar esa faceta materialista americana. El sueño americano de búsqueda de la felicidad es, en definitiva el de búsqueda del dinero (y el poder asociado a él).[i]
No es de extrañar, entonces, que Fincher nos traiga esta historia de Herman Mankiewicz. En ella descubrimos que el vínculo de Mank con los personajes que criticó en su guion era mucho más cercano de lo que podría suponerse.
La película transcurre en dos ejes temporales: el “presente” de Mank escribiendo y el pasado (mediados de la década del 30) donde interactuó con Hearst, con Marion Davies (su amante, un poco cruelmente parodiada en la película de Welles) y con el poder económico y político de Hollywood. Un punto importante serán las elecciones de gobernador de California en 1934.
Contada en un vibrante blanco y negro con un sonido mono, el registro está hecho para que pueda intentar pasar por una película de la época. Fincher no se permite sus usuales extravagancias visuales, pero no por eso deja de hacer rendir el formato.
El elenco es impecable. Gary Oldman está muy bien, como es habitual (es increíble que recién hace un par de años haya ganado un Oscar), Amanda Seyfried se luce, y Charles Dance es siempre, SIEMPRE, un villano carismático y fascinante.
No creo que Mank pueda considerarse de lo mejor del director, ya que tiene puntos más chatos y su mirada al protagonista nunca llega a ser demasiado profunda (quizás la mayor falencia es la falta de foco), pero sí es un acercamiento muy interesante a una época que dice mucho sobre el poder económico y político en EEUU en la época y que tiene indudables paralelismos con el mundo de hoy.
Mank está disponible en Netflix.
Antes de mirarla puede ser una buena idea leer un repaso biográfico breve sobre: William Randolph Hearst Louis B. Mayer Irving G. Thalberg Upton Sinclair
_____________________________________________________________ [i] Una de las cosas que me molestan profundamente de The Pursuit of Happyness (En busca de la felicidad) con Will Smith es que, justamente, esa felicidad se traduce en búsqueda de dinero. Eso no está mal per se (es bastante real), pero en una película que trata de ser conmovedora, llama la atención que no se advierta lo cínico de la proposición.
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