Manos a la obra
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Representar al duro trabajo físico en el arte no siempre fue bien visto, ni por el público ni por la academia.
En esta serie publicamos hace un tiempo (3 de octubre de 2023) un ejemplo de obra de arte donde se muestra el sacrificado trabajo en el campo: Las espigadoras, de Millet.
Esta vez nos trasladamos a la ciudad para presentar un cuadro que dio mucho que hablar en su momento, tanto o más que el de Millet: se trata de Los cepilladores de parquet, de Gustave Caillebotte. ¿En qué radica la novedad de este cuadro? En que, según los historiadores de arte, es la primera representación pictórica del proletariado urbano en plena tarea. Fíjense en qué fecha se da esto: 1875. Las espigadoras, de Jean-François Millet es de 1857. Y Los picapedreros (obreros del campo), de Gustave Courbet, de 1849.
El autor de este cuadro, el pintor francés Gustave Caillebotte presentó a Los cepilladores de parquet en el Salón de 1875. Pero el jurado lo rechazó por “demasiado vulgar…”. Caillebotte decidió entonces unirse a los impresionistas y presentó su cuadro en el “salón alternativo”, el Salón de los rechazados, en 1876.
Si observan con atención, se darán cuenta que cuesta un poco distinguir si es una pintura o una fotografía. Por esa fecha, la influencia de la fotografía ya se hacía notar: se tomaba como impronta para la obra de arte o impulsaba nuevas formas de pintar, como el impresionismo, para diferenciarse de la foto que obviamente captaba mejor la realidad.
En esta obra vemos a tres hombres jóvenes con el torso desnudo, aplicados a la tarea de dejar como nuevo un piso de parquet, en lo que parece ser un elegante apartamento burgués. La luz que ilumina la escena, perfectamente dosificada, entra por la ventana. La perspectiva, trabajada desde un ángulo de la sala, es notable.
Gustave Caillebotte (1848-1894) es considerado el menos impresionista de los impresionistas. Un dato curioso: el que primero pinta a obreros en su trabajo es el más rico de los pintores de la época, rico por herencia; esa condición le permitió ayudar a sus compañeros impresionistas a financiar sus obras y además se las compraba. Llegó a tener una gran colección de cuadros que a la postre fue la base del catálogo del Museo d’Orsay de Paris. Ese buen pasar de Caillebotte nos hace pensar que en esta obra que nos muestra un trabajo duro, no debe buscarse ninguna lección social, política ni moralizante. Es el fiel retrato de la realidad y punto. No obstante eso, debió soportar el rechazo de los siempre “rigurosos” académicos por tratarse “un arte malsano”.
Les raboteurs de parquet, Los cepilladores de parquet (también llamada Los acuchilladores de parquet)
1875
Óleo sobre tela
102 x 146 cm
Museo D’Orsay, París, Francia
Si acercan la nariz a la pantalla, sentirán olor a madera.
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