Metafísica de los tubos, de Amélie Nothomb
Actualizado: 15 nov 2020
Por Inés Nogueiras
Amélie Nothomb es una escritora belga, nacida en Japón y que ha tenido la vida típicamente errante de una familia dedicada a la diplomacia. Hoy, viviendo a caballo entre Bruselas y París, es considerada una de las exponentes más populares de la literatura contemporánea en lengua francesa.
Nothomb publica a un ritmo capaz de enloquecer a más de uno —desde su primera obra, en 1992, ha firmado cerca de 30 títulos— y escribe también con enloquecedora intensidad y concisión —la mayoría de sus obras no superan las 150 páginas—. Aquellos lectores que se frustran ante grandes volúmenes tienen aquí una aliada capaz de pintarles episodios profundos en muy pocos trazos (a veces, demasiado pocos).
Metafísica de los tubos recorre los primeros años de vida de la protagonista y, a su manera llena de absurdo y humor, también de la autora (este es un par que se junta y se revuelve con frecuencia en la obra de Nothomb). Asistimos a la infancia en Osaka de una bebé superdotada que decide que su existir sea vegetativo y que, entre otras curiosidades, descubre el sentido de la vida al probar una barra de chocolate (a quién no le ha pasado). Es un relato lleno de descubrimientos y obsesiones, de agua y de tubos, de vida y muerte.
«La mirada es una elección. El que mira decide fijarse en algo en concreto y, por consiguiente, a la fuerza elige excluir su atención del resto de su campo visual. Ésa es la razón por la cual la mirada, que constituye la esencia de la vida, es, en primera instancia, un rechazo. Vivir significa rechazar».
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