Mil muertos por millón
Por Edgardo Rubianes
En estos días hemos alcanzado la cifra de 1000 muertos por millón de habitantes asociados a diagnósticos de COVID+. Son en total 3.521 los uruguayos fallecidos desde el 13 de marzo del año pasado. Durante el 2020 la cifra era de 181, fue aumentando rápidamente a principio de año y en los últimos 2 meses explotó, al extremo que en estos días de mayo estamos en el top mundial del número de muertes diarias por millón de habitantes. Los decesos, obviamente, están relacionados con el incremento de personas con diagnóstico positivo de COVID y se ha sostenido que la tasa de contagio se relaciona con la movilidad social. Si bien hay quienes discuten ese vínculo, hay múltiples ejemplos a nivel mundial que permite asociar movilidad, y sus cambios, con tasa de contagio. En la figura adjunta se grafican la evolución temporal de un indicador de movilidad ciudadana y las tasas de contagio y de mortalidad desde febrero hasta el 15 de mayo. Vamos a analizarla.
¿Qué ha pasado con la movilidad?
Cómo ponderar los cambios en movilidad es una buena pregunta. Mal que nos pese, casi todos los usuarios de celulares vamos dejando registrados nuestros movimientos en la base de datos de Google al tener habilitado el historial de ubicaciones. Google ha hecho público desde el año pasado la información agregada para todos los países, incluso por región o departamentos. Se toma como referencia la de enero y febrero de 2020 y a partir de ella se pondera el grado de reducción o aumento de la concurrencia a diversos sitios -como ser comercios esenciales (supermercados y farmacias) y no esenciales, transportes, lugares de ocio, trabajos- y la presencia en el hogar. Esa información es publicada diariamente, con una demora de un par de días, e investigadores uruguayos (Cabana y col 2021) han elaborado un indicador que fue incluido en el informe del GACH del 26 de abril. En la figura se grafica la evolución de ese indicador (a). Sus valores se mueven en un rango negativo indicando una mayor presencia en el hogar y una menor en comercios no esenciales y lugares de trabajo. Se testeó el indicador con los datos de 23 países con perfil similar a Uruguay y demostró su eficacia. A su vez se ha observado que el efecto de la disminución de la movilidad sobre las tasas de contagio sólo ocurre cuando alcanza valores superiores de reducción al 25-30%. Con disminuciones más leves las tasas de contagio no se modifican o incluso aumentan.
En la figura se observa que la reducción de la movilidad ciudadana (a) se debilitó a fines de febrero e inicios de marzo y que recién luego de las medidas adoptadas a mediados de este mes y el advenimiento de las vacaciones de Turismo se alcanzó una baja sustantiva del 35% entorno al Viernes Santo.
El índice P7 rojo
En la gráfica se describe la evolución del Índice P7 de Harvard, es decir el promedio semanal móvil de nuevos casos diarios COVID+ cada 100.000 habitantes. Como ya conocemos, valores inferiores a 1 se consideran buenos (riesgo verde), entre 1 y 10 con riesgo amarillo, entre 10 y 25 riesgo naranja; y superiores a 25 propagación incontrolada (riesgo rojo). El nivel rojo fue alcanzado el 9 de marzo, la tasa de contagio siguió aumentando hasta un pico superior a 100 el 9 de abril y luego se mantuvo en valores superiores a 70 hasta la fecha.
Las investigaciones referidas han documentado la correlación significativa entre las curvas de movilidad y de contagio, estando ésta última retrasada en unos 17-18 días de la primera. Ese retraso también fue detectado cuando se estudiaron los datos de Chile e Israel.
Por su parte, la curva de mortalidad muestra (c), como era previsible, una evolución similar a la de contagio con algunos días de retraso. El promedio semanal móvil de muertes diarias alcanzó las dos cifras el 19 de marzo, siguió aumentando teniendo un pico el 15 de abril y luego los valores se mantuvieron altos, superiores a los 45 fallecidos diarios, hasta el presente.
La inacción gubernamental y las muertes evitables
La información aportada muestra que durante el período febrero-abril hubo un relacionamiento estrecho entre los tres procesos: movilidad ciudadana, tasa de contagios y tasa de muertes. Un incremento en la movilidad provocó un par de semanas después un incremento en los diagnósticos COVID+, algunos de los cuales posteriormente fallecieron (1,5-2%). Como resultado global, derivado de múltiples acciones e inacciones gubernamentales y ciudadanas, se podría sostener que hacia fines de abril nos encontrábamos en un estado de meta-estabilidad caracterizado por: 1) una pobre reducción de la movilidad social; 2) una constante alta tasa de contagios diarios (estamos en el top mundial); y 3) un persistente, e inaceptable, alto número de muertes diarias (también en el top).
La situación podría ser más grave aún pues la información disponible nos agrega una interrogante: ¿qué pasará efectivamente en las próximas semanas con ese estado de meta-estabilidad luego que se revirtiera aún más la pobre disminución de movilidad que había? Los datos de la primera quincena de mayo (d) generan preocupación. Son similares a los de inicio de marzo. Por ejemplo, el valor individual de reducción de movilidad para el día 8 de mayo (-9,5) es el peor del 2021 y ¡hay que retrotraerse a fechas previas a Navidad para encontrar uno similar! El GACH avisó con tiempo al respecto, el gobierno hizo oídos sordos. Las viralizadas fotos en un restaurant de Carrasco son emblemáticas sobre el comportamiento favorecido por la inacción gubernamental.
De acuerdo a como se ha parado el gobierno frente a este escenario, es claro que lo asume como inevitable y juega todas sus cartas a que se modifique favorablemente vía inmunización con las vacunas. El asunto es que si bien en el largo plazo un escenario halagüeño será ciertamente obtenido con ellas, el mismo demorará bastante más de lo que suele decirse. Alcanzar la mítica inmunidad de rebaño se ha ido postergando permanentemente en los pronósticos y en la realidad. Mientras tanto un alto número de muertes, un porcentaje de las cuales seguramente serían evitables, continuarán ocurriendo.
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