Moscú1980. Olimpismo y Guerra fría. A 40 años del boicot
Por Pablo Rivera
Los XXII Juegos Olímpicos de la era moderna celebrados en Moscú marcaron dos acontecimientos bien señalados en el historial de la máxima justa deportiva mundial. Por primera vez un país socialista, la ex Unión Soviética, era anfitrión de la cita olímpica y a su vez el boicot liderado por Estados Unidos en plena Guerra Fría, al que se se sumaron más de 50 países, estableció el negativo precedente de una clara injerencia de corte estrictamente político en el hasta entonces sagrado espíritu olímpico.
La clara división entre el bloque occidental capitalista y el bloque del este comunista, estuvo marcada por décadas de profundo enfrentamiento político, ideológico, social, cultural y científico, sumado a la batalla por la carrera espacial comprendida entre 1955 y 1975. El conflicto entre las dos superpotencias y sus aliados no escapó al deporte mundial de élite, teniendo su mayor visibilidad en el boicot estadounidense a Moscú y la posterior determinación de la Unión Soviética de no acudir 4 años más tarde a la cita de Los Ángeles. La Guerra Fría se extendió desde 1945 hasta 1989. Sin haber sido un conflicto armado, fue una amenaza permanente entre los dos bloques organizados bajo tratados de cooperación y apoyo militar. Estados Unidos y el Occidente capitalista integraron la OTAN, y la URSS y sus aliados orientales el Pacto de Varsovia. La escalada armamentista fue adquiriendo cada vez mayores volúmenes, con constantes ensayos nucleares y demostraciones de poder y capacidad destructiva.
Con el pretexto de la presencia militar soviética en Afganistán, calificada por la administración de Jimmy Carter como una “invasión violatoria del derecho internacional”, Estados Unidos decidió la no participación de su delegación en los Juegos a tan solo 6 meses de su comienzo. En enero de 1980 Carter daría un ultimátum: si las tropas soviéticas no abandonaban Afganistán en el lapso de un mes, Estados Unidos boicotearía los Juegos de Moscú. La reacción del presidente del Comité Olímpico Internacional, Michael Morris Killanin no se hizo esperar, “solo una Tercera Guerra Mundial sería capaz de impedir que Moscú no sea la sede”.
Luego de reuniones, declaraciones y exigencias, Killanin se reunió en mayo con Carter y Leonid Brézhnev, jefe de Estado soviético, con la finalidad de evitar el boicot. Pero Carter ratificó su postura de no asistir a los Juegos si la Unión Soviética no se retiraba de Afganistán. “O retiran las tropas o retiro los atletas”, manifestó el mandatario.
De los 66 países que se abstuvieron de participar, aproximadamente 50 lo hicieron alineándose con la postura de Washington de boicotear los Juegos. Dentro de los más visibles adherentes al boicot se ubicaron Alemania Occidental, donde su Canciller Helmut Schmidt expresó a las autoridades del COI que “a Berlín la defienden los soldados estadounidenses”, Canadá (anterior organizador), Japón, China (por ese entonces enemistada con la URSS), Israel, Turquía, Noruega, Irán, Arabia Saudita, Pakistán, Indonesia, Filipinas, Tailandia, Panamá, Honduras, Haití y muchos países de África y América del Sur (entre ellos Uruguay en tiempos de gobierno de facto). Principales aliados de Estados Unidos, como el Reino Unido de Gran Bretaña, Francia y Australia, apoyaron el boicot, con la salvedad que dejaron en libertad de elección a sus atletas, quienes compitieron bajo la bandera olímpica o la de su propio comité. Misma postura asumieron España, Italia, Bélgica, Países Bajos, Suiza, Portugal, Dinamarca, Irlanda, Puerto Rico y Nueva Zelanda.
Moscú obtuvo su nominación al imponerse en la elección final a Los Ángeles por 39 votos contra 20, en la 75ª sesión del Comité Olímpico Internacional celebrada en Viena el 23 de octubre de 1974. Los Juegos se desarrollaron desde el 19 de julio al 3 de agosto de 1980 con la participación de 80 países y 5.179 atletas, 4.064 hombres y 1.115 mujeres, quienes compitieron en 21 disciplinas deportivas y 204 especialidades.
La antorcha olímpica recorrió un total de 4.915 kilómetros entre el 19 de junio y el 19 de julio, siendo portada por 5.000 relevistas. Su punto de partida natural fue Olimpia, Grecia, prosiguiendo por Atenas, Larisa y Tesalónica, Sofía y Plovdiv en Bulgaria, Bucarest y Bacau en Rumania, las subsedes en Minsk, Tallin y Leningrado, continuando hacia Kishinev, Kiev, Bélgorod, Orel y Tula hasta llegar finalmente a Moscú. El último relevo en la ceremonia de apertura estuvo a cargo del mítico jugador de baloncesto soviético, Sergei Belov, previo al encendido del pebetero por sistema electrónico.
La impresionante ceremonia inaugural tuvo lugar en el Gran Estadio Lenin, con la presencia del Presidente del Soviet Supremo, Leonid Brézhnev, encargado de la apertura de los Juegos, y tuvo una duración de más de 5 horas. Entre las múltiples actividades se destacaron las campanadas del reloj del Kremlin, el himno nacional de la URSS, un desfile de carros griegos acompañado de banderas rojas con el símbolo de los Juegos de Moscú, el tradicional desfile de las delegaciones participantes con la aparición, tal cual es característico, con los atletas griegos en primer lugar, cerrándolo la delegación anfitriona. La parte oratoria constó del mensaje de bienvenida del presidente del Comité Olímpico organizador, Ignati Novikov, el discurso de Michael Killanin, presidente del COI, para culminar con el anuncio oficial de apertura a cargo del jefe de Estado, Brézhnev.
El juramento olímpico y las diferentes manifestaciones artísticas encabezada por el ballet de la Amistad de los Pueblos y las representaciones gimnásticas, le dieron un marco de creatividad, destreza y brillo sin igual donde sobresalieron los cinco pilares humanos que representaban la configuración de los anillos olímpicos. El popular oso Misha, mascota oficial de los Juegos, creación del escritor e ilustrador soviético Víktor Chízhikov, tuvo destacada participación tanto en la ceremonia de apertura como en la de clausura, siendo la primer mascota de un evento deportivo moderno en convertirse en un fenómeno de carácter comercial.
Pese a contar con un número considerablemente menor de países participantes, la cantidad de récords batidos con relación a los Juegos de Montreal fue sensiblemente superior. Dentro de las estrellas de mayor destaque, la figura excluyente fue el gimnasta artístico soviético Aleksandr Dityatin, quien obtuviera 8 medallas, 6 de ellas en una sola jornada totalizando 3 oros, y su compatriota Nikolai Andrianov, ganador de múltiples preseas entre 1972 y 1980. Gerd Wessig, representante de Alemania Oriental, además de obtener la medalla de oro, fue el primer atleta en batir el récord mundial de salto alto. El cubano Teófilo Stevenson obtuvo el oro en peso pesado, convirtiéndose en el primer boxeador en ganar en tres oportunidades consecutivas en la misma categoría y en uno de los atletas latinoamericanos de mayor relieve dentro del olimpismo. La participación femenina contó, al igual que en 1976, con la presencia superlativa de la icónica rumana Nadia Comaneci quien siguió acrecentando su palmarés personal.
El medallero olímpico fue encabezado por la Unión Soviética con 195 preseas, 80 de oro, 69 de plata y 46 de bronce. La República Democrática Alemana se ubicó en segundo lugar con 126, (47/37/42) por detrás Bulgaria obtuvo 41, (8/16/17). Dentro de los latinoamericanos, el lugar más destacado correspondió a Cuba con 20 medallas, 8 oros, 7 platas y 5 bronces.
El 3 de agosto, a las 19:30 horas de Moscú, se dieron por culminados los Juegos con la ceremonia de clausura que tuvo lugar, al igual que en la apertura, en el Gran Estadio Lenin. La parte oratoria estuvo, como al comienzo de la justa olímpica a cargo del presidente del COI, Michael Killanin y del presidente del Soviet Supremo de la URSS, Leonid Brézhnev. Destacaron nuevamente las campanas del reloj del Kremlin, banderas rojas alusivas con el emblema de los Juegos, la celebración habitual de cada cierre con los atletas congregados en el estadio exteriorizando su alegría, la caída de la bandera olímpica, el himno olímpico entonada en griego, el himno nacional de Grecia, cuna del olimpismo, y el himno nacional soviético. A continuación se hizo entrega al presidente del Comité Olímpico de la bandera de Los Ángeles, no la de Estados Unidos, siendo ésta la única alusión política al boicot, un fenómeno triste y por demás alejado del deporte y de la confraternidad y hermandad que ha sido él sello distintivo del olimpismo a través del tiempo.
Las consecuencias esperables que trajo el boicot del bloque occidental liderado por la administración de Jimmy Carter, tuvo como respuesta la resolución adoptada por el gobierno soviético de no asistir a la cita de Los Ángeles cuatro años más tarde. En un comunicado emitido el 8 de mayo de 1984, la URSS anunciaba que boicotearía los Juegos argumentando el sentimiento chovinista y la histeria anti soviética impulsada por Estados Unidos. Trece países se plegaron a la resolución, con la excepción de Yugoslavia y Rumania, los únicos dos países del bloque de Europa del Este que decidieron competir. Moscú y Los Ángeles marcaron el punto de referencia más oscuro y alejado del espíritu olímpico desde 1896 a la fecha, donde los intereses políticos e ideológicos de las dos grandes superpotencias escribieron la página más turbia y alejada del fuego sagrado que emana de la llama.
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