Napoleón y los apestados
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Se está proyectando en las salas de cine de nuestro país la película Napoleón, que ha dado lugar a controversias en cuanto a calidad, rigor histórico, etc.
Napoleón fue una figura destacada y polémica. Les ha dado mucho trabajo a los historiadores y ha inspirado no solo al cine, sino también a la literatura, teatro, pintura, etc.
La revolución francesa de 1789 significó un hito en la historia de la humanidad.
Después de los primeros años convulsos y de la muerte de Robespierre en la guillotina, siguió la época del Directorio que duró 5 años, de 1794 a 1799. La amenaza de expansión de la Revolución Francesa a toda Europa era real y la respuesta fue la unión de las monarquías amenazadas. Francia envió ejércitos a Austria y Egipto comandados por un Napoleón todavía muy joven.
El ejército destinado a Egipto salió de Francia en 1798. Esa expedición tuvo una característica notable: incluyó no solo a soldados sino también a científicos, por iniciativa del propio Napoleón. Eso posibilitó iniciar estudios sobre el Antiguo Egipto y es en ese contexto que se descubre la famosa piedra de Rosetta que después fuera traducida por Champolion. Luego de algunos triunfos resonantes como en la batalla de las Pirámides, Napoleón es derrotado y vuelve a Francia donde depone al Directorio, es nombrado Primer Cónsul y luego Emperador hasta 1815.
Desde el punto de vista de la medicina cabe destacar que durante la campaña en Egipto, el Jefe de Cirujanos, Dominique Jean Larrey, de quién Napoleón dijo que era “el hombre más virtuoso que he conocido”, creó la asistencia en ambulancias y el triage o clasificación de los heridos en el campo de batalla según prioridad de atención. Ambulancias y triage, dos componentes muy actuales de los servicios de salud, tuvieron su origen en este hecho histórico, las campañas napoleónicas. Larrey creó, además, varias técnicas quirúrgicas y describió enfermedades, entre ellas una que lleva su nombre, enfermedad de Larrey, más conocida por tétanos.
Napoleón debió enfrentar un desafío sanitario mayor que fue la peste que se abatió sobre sus soldados durante la toma y saqueo de Jaffa, hoy Israel, al sur de Tel Aviv, un punto clave de su estrategia militar.
La obra de arte de esta semana se llama Bonaparte visita a los apestados en Jaffa. Es un óleo sobre lienzo encargado por el propio Napoleón,y pintado en 1804 por el pintor francés Antoine-Jean Gros, discípulo de David, que, seducido por Napoleón se puso a su servicio para pintarlo en distintas circunstancias. Gros fue el pintor de campaña designado para inmortalizar las glorias del corso. La escena muestra a Napoleón en un acto que ocurrió en marzo de 1799. Se ve al general francés visitando a sus soldados enfermos de peste bubónica en una mezquita convertida en hospital. Napoleón toca sin guantes un bubón o ganglio linfático inflamado, una lesión típica provocada por la peste, mientras el médico de la expedición, René Desgenettes (que se ve detrás) trata de impedírselo, y otro integrante de la comitiva, a la izquierda, se tapa la boca con un pañuelo. Recién en 1894, o sea, noventa años después de pintado este cuadro y en virtud de los trabajos del médico suizo Alexander Yersin, se conoció el agente causal de la peste bubónica y su modo de transmisión a través de una pulga de ratas. Por lo tanto, si bien se trató de un gesto arriesgado eran escasas las probabilidades de que Napoleón se contagiara de ese modo.
Napoleón visita a los apestados en Jaffa es un cuadro de grandes dimensiones (532 x 720 cm), ubicado en el museo del Louvre, Paris. Es importante señalar que lo que se ve en la figura es un detalle del cuadro, no el cuadro completo.
Si bien es ineludible asociar esta escena a Jesús curando a los leprosos en la misma Tierra Santa, es claro que el gesto de Napoleón no debe atribuirse a una inspiración empática, compasiva o humanitaria sino a fines propagandísticos; este cuadro formó parte del discurso legitimador de su naciente monarquía y pretendió ser una respuesta a la noticia difundida principalmente por los ingleses de que, en realidad, había ordenado dar muerte a miles de enfermos de peste. La pintura fue expuesta en el Salón de Paris de 1804, entre su proclamación como emperador y la coronación en Notre Dame. El objetivo de Bonaparte y su servil artista es clarísimo.
En suma: Napoleón visita a los apestados en Jaffa, no es una destacada obra pero, en cambio, es un ejemplo del uso panfletario del arte.
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