Otro amanecer es posible
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Ayer, 14 de noviembre fue el cumpleaños del gran pintor francés Claude Monet (1840-1926).
La oportunidad es propicia para homenajear a uno de los fundadores del impresionismo y por ello la obra de arte de la semana es Impresión, sol naciente (Impression, soleil levant), su cuadro más conocido y celebrado. Es pequeño (47 x 64 cm), datado en 1872 y se encuentra en el Museo Marmottan-Monet de Paris.
¿Qué importancia tiene? Es la obra que da nombre al impresionismo, ni más ni menos.
Lo acompaña una historia muy interesante: por aquellos años en Francia los pintores solo podían exponer en el Salón de Paris, vinculado a la Escuela de Bellas Artes. En 1863 hubo un escándalo con una obra —Desayuno en la hierba de Édouard Manet— que hizo que se creara el Salón de los Rechazados, donde se exponían pinturas modernas y vanguardistas que los amantes del arte clásico del Salón de Paris detestaban con toda su alma y cuya exhibición prohibían. La decisión de que esas obras igualmente se exhibieran en otra sala paralela la tomó el mismísimo Napoleón III.
Cuando Monet presenta Impresión, sol naciente, en 1874, en un salón paralelo que prestó un fotógrafo, acudieron 3500 visitantes, que se burlaron de la pintura; el crítico Louis Leroy escribió:
“Al contemplar la obra pensé que mis gafas estaban sucias. ¿Qué representa esta tela?…el cuadro no tenía derecho ni revés…¡Impresión!, desde luego produce impresión…, el papel pintado en estado embrionario está mejor hecho que esta marina…”
Los autores que exponían se sirvieron de esa expresión irónica del crítico para bautizar al nuevo movimiento: impresionismo.
Las pinceladas son sueltas y rápidas. Casi no se ven formas. El color predomina netamente sobre el dibujo; el protagonismo del arte impresionista lo tiene la luz que, con sus variaciones hace que se modifique también la manera en que se aprecia la realidad. La pintura impresionista es entonces una pintura espontánea que capta los instantes; no se representa la realidad como es sino como la percibe nuestra visión. Para apresar mejor estos efectos los impresionistas empezaron a pintar al aire libre.
Monet escribió a uno de sus amigos: "He enviado a la exposición una cosa hecha en el Havre desde mi ventana, con el sol entre la bruma, y en primer plano, unos mástiles apenas apuntando. Me han pedido que le dé título. Como no podía ser “Vista de El Havre” les he respondido: llamadla Impresión".
Los reflejos del Sol en el agua son excepcionales y en medio de ese mundo de luz, color y aire son apenas visibles las construcciones del puerto y los mástiles de las naves.
Hay que hacer una consideración más: los impresionistas estaban obligados a repensar la pintura. Desde la invención de la fotografía, la reproducción realista del mundo ya no pertenece al arte pictórico porque la fotografía lo hace mejor. Este amanecer que pintó Monet, si hubiera sido fotografiado, proporcionaría mejores y más claros detalles. Pero Monet lo hace desde otra perspectiva. Le interesa que las manchas de color tengan otro efecto en nosotros, que produzcan una síntesis en nuestro cerebro y un impacto estético y poético. De ahí lo del título: cuando nace el día se puede tomar una foto, y es arte, pero otros amaneceres son posibles, por ejemplo, este de Monet.
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