#Pódcast - El mundo gira I
Río de la Pelota. El entretiempo, episodio 5.
Muchas veces la realidad admite más de una lectura y en ocasiones estas lecturas pueden llegar a ser antagónicas. Aprovechando el punto de vista de Carlos Gardel, en esta oportunidad te vamos a contar algunos puntos en común que tienen las carreras deportivas de Luis Alberto Suárez y de Pedro "Perucho" Petrone.
- Mañana será un partido importantísimo y todo lo que vos quieras, pero acabamos de perder el invicto de cuatro partidos con estos boludos porque lo dejaron patear. Yo no puedo atajar esa pelota, era inatajable. Le recrimina Luis Suárez a sus compañeros medio en serio, medio en broma.
Mañana era el verdadero partido importante, contra Inglaterra por el mundial de fútbol Brasil 2014. Mañana Uruguay debía ganar sí o sí o quedaba eliminado. Pero mañana también volvía Luis Suárez, el máximo goleador de la historia de la selección uruguaya. Volvía a la cancha después de una lesión en la rodilla que le impidió jugar en el debut de Uruguay contra Costa Rica y que solo un milagro, un compromiso sin igual y cierta falta de cordura pueden explicar que en tan solo veintipocos días después, pudiese recuperarse de una intervención como esa.
Pero recién se acababa de terminar el típico picadito recreativo que el Maestro Tabárez organiza tradicionalmente antes de los partidos y Luis, que acá siempre ocupaba el puesto de arquero, no puede con su genio competitivo y sale malhumorado por la derrota.
Lo que pasaría al día siguiente lo podrás rememorar accediendo a este link:
A continuación podrás leer el relato de hoy que vincula a Luis Alberto Suárez y al difunto goleador Pedro Perucho Petrone.
Perucho Parte I
En aquella casa de almaceneros en el barrio La Comercial en Montevideo, esa nochecita de agosto no debió ser la mejor ni mucho menos. Pedro uno de los hijos de aquel matrimonio estaba verdaderamente amargado. Ni su madre ni su padre podían apaciguar su angustia.
Aquella tarde, Perucho (como le decían en el barrio) no había estado bien en el segundo gol que le convirtieran a su cuadro el Solferino. Por si fuera poco, al culminar el encuentro los dirigentes lo habían venido a increpar así que ya se la veía venir que había perdido el puesto de golero titular. Y para el eso era que el mundo se viniera abajo.
Tan larga había sido su cara al retirarse de la cancha que su tío, que había presenciado el match, lo había notado desde la tribuna y había pasado esa tardecita por su casa después del partido a consolarlo. A decirle que en la próxima temporada lo llevaría a probarse al club Charly que también jugaba en primera. Pero que no se probaría de golero porque creía que tenía grandes condiciones para ser goleador. Que tenía claro que le pegaba muy fuerte a la pelota solo por verlo sacar de meta y que sabía bien de su velocidad también.
El consuelo del tío a Perucho no le había bastado para sacarse el malhumor. Para el no había sido más que un consuelo de un ser querido que no solucionaba su performance de la tarde. Sin embargo, con el correr de los días ese pequeño proyecto del tío iría tomando forma y finalmente le haría caso y en la temporada 1922 sería el goleador del club Charly con apenas 17 años. Todo un mérito para un pibe debutante.
Esos goles harían que a comienzos del año 1923, al armarse una gira de partidos amistosos de la selección por el departamento de Colonia para prepararse para la Copa América, Perucho tuviera ciertas esperanzas de ser convocado.
Bueno, en verdad esos goles que había hecho y que el futbolista titular de aquella selección estuviera descartado por ser de Peñarol. Es que aquel año Peñarol había roto relaciones con la AUF y no prestaría a ninguno de sus jugadores ni para la copa América ni para el mundial del año siguiente.
Por eso José Piendibene, el indiscutido amo y señor de la ofensiva celeste no iba a ir a aquella gira y Perucho Petrone estaba esperanzado de que lo convocaran a él.
Lamentablemente, la convocatoria nunca le llegaría y Petrone debió pensar en que no tendría otra opción que seguir así para conseguir una oportunidad. Esto es importante para comprender la próxima joyita.
Perucho Parte II
Y bueno ya le di mil vueltas al asunto piensa el joven. No tengo vuelta atrás. Tengo que pensar en lo que viene. Chau.
Además no se pueden calentar. ¿Como iba a negarme? Eso mismo. Cuando le diga a Papá me va a entender. Se va a saber poner en mi lugar. ¿Cómo me podría negar de tener la oportunidad de subirme al tren e irme a la gira con la seleccón?
Además hay otra cosa que no dije y que va a demostrarles que no fue premeditado, que yo no fui a la estación del ferrocarril a subirme al tren. La prueba está que ni llevé los zapatos ni llevé un bolso ni nada. Ahí está. Mamá, no llevé nada ¿cómo te vas a enojar conmigo? Listo, ya está. No se pueden calentar. Yo fui a despedir a la selección.
Por un instante el El joven parece abandonar la reflexión pero retoma rápidamente el repaso de lo que sería su futura defensa.
Si claro pero el julepe no se los saca nadie. Desaparecí de un momento para el otro y no van a tener noticias mías por varios días. No sé por qué carajo no le habré comentado nada a Miguel. Que otario. Solo por temor a que un hermano te agarre de pinta. Te das cuenta que si le hubiese dicho que tenía el presentimiento de que tenía que ir a despedir a la selección ya estaba. Cuando no me apareciera por un rato iban a sospechar que tenía que estar en la estación de ferrocarriles despidiéndolos. Y si.
Y que si no volvía a casa era porque me había ido a Colonia con la selección porque había faltado uno.
Ta no. Eso capaz que no. Eso es imposible de deducir. Qué otario. ¿Quién se va a imaginar que pueda haber un gil que llegue tarde a tomarse al tren con la selección? Y encima que los demás jugadores que están subiéndose al vagón me fueran a invitar a mi a que fuera con ellos. No eso, eso nunca se lo hubieran imaginado. Pero lo que es seguro es que iban a estar menos asustados. Al menos tendrían una pista.
Anda a saber ahora a donde me va a buscar la vieja. Por dónde arrancará. Pobre vieja, lo que va a sufrir por esta estupidez. Con suerte mañana alguien en el barrio lee el diario y se da cuenta que entre los once que viajamos con la selección finalmente estoy yo y le va a comentar algo al viejo. Ahí por lo menos el julepe va a ser más corto. Un día solo.
¿Y si no lo lee nadie? Pah, eso sería una flor de macana.
Pero para, si hago un gol, seguro se corre la noticia en el barrio. Y ahí si que no hay chance de que no llegue la noticia a casa.
Listo. Lo que tengo que hacer es un par de goles y mañana ya les llegó la noticia a los viejos. El julepe va a ser por 24 horas y cuando vuelva ya van a haber pasado unos días y les va a ganar más la felicidad de saber que su hijo se ha convertido en el goleador de la selección uruguaya que la minúscula macana de haberme subido al tren porque faltaba uno sin avisarle a nadie.
Esto que acabas de leer es una reproducción del relato de Pedro “Perucho” Petrone de cómo fue su debut y su primera fortuita convocatoria en la selección hace ya más de cien años.
Aquella gira por el departamento de Colonia sería una verdadera catapulta para Petrone. Hizo goles de todos los colores y Héctor Scarone, un futbolista con número puesto en el once titular de aquella selección, lo apadrinaría. Al “orejudo” dámelo en mi cuadro se lo escuchó decir más de una vez.
Perucho se convertiría con el tiempo en el máximo artillero de la historia selección uruguaya y del Club Nacional de Fútbol consagrándose campeón de américa y del mundo en reiteradas ocasiones.
Hasta el día de hoy mantiene el récord de ser el jugador de la selección que tiene más goles por minuto jugado.
Además, revolucionaría la forma de concebir el ataque en el Río de la Plata prescindiendo de la escuela del juego elaborado y del toque corto para basarse más en su inigualable remate de larga distancia y una potencia de piernas sin precedentes hasta entonces.
Y por si no bastaran las similitudes con Luis Suárez, sería el primer jugador uruguayo de la historia en ser operado de la rodilla. En el próximo episodio continuaremos con las similitudes de estos dos maestros en el arte de convertir goles.
Pensar como “El Mago” que el mundo simplemente yira puede ser muy negativo pero también mirado desde esta perspectiva puede ser inigualablemente esperanzador. Quién sabe en qué cuna se estará meciendo hoy el próximo máximo goleador de la historia de la selección uruguaya y de Nacional.
Este cuento forma parte del podcast “El Entretiempo” de Río de la Pelota. Podrás escucharlo aquí en Spotify o en el canal de Youtube.
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