Pensar fuera del papel
Actualizado: 31 ene 2022
Por Matías Jackson
Publiqué en Twitter sobre lo necesario que es cambiar la lógica del papel para realmente adoptar servicios digitales. Aquí algunas reflexiones.
El diálogo al que me refiero en el tweet ocurrió en un Juzgado de Familia cuando le exhibí al funcionario la constancia de voto desde mi celular. Sin embargo, el Juzgado, al igual que muchas otras oficinas, tiene el criterio de pedir las constancias impresas en papel. Esto ocasiona trabas que no suman nada al trámite. Se convierten en ritualismos inútiles que sólo entorpecen el ejercicio profesional, y en este caso, el ejercicio de derechos de los interesados.
Allá por mayo del 2015, cuando este blog recién empezaba, publiqué esta entrada sobre el mismo tema de las constancias de votos. Un Matías bastante más joven y soñador hablaba del origen legal del requisito y de lo engorroso que resulta cuando se piensa en clave de gobierno electrónico y digitalización de servicios públicos. Leído a la distancia, hoy me conformaría con cambios mucho más pequeños que aquellas ambiciosos reclamos de interoperabilidad.
Por suerte, para estas elecciones la Corte Electoral solucionó de buena manera algunos de estos inconvenientes poniendo a disposición un nuevo sistema para descargar las constancias con el número de credencial del votante. Este servicio supone un avance ya que no es necesario andar buscando la constancia en papel que nos entregan el día de la elección sino que podemos descargarla en cualquier momento y tenerla siempre con nosotros. Si bien hay mucho lugar para mejorar este control, es un primer paso en la dirección correcta y que resulta muy bienvenido por todo aquél al que le piden su constancia.
Sin embargo, y a pesar de los avances que han habido en los últimos años en los trámites digitales, la anécdota demuestra lo apegado que seguimos a la lógica papel. Esta vez fue el Poder Judicial, pero podría haber sido cualquier otra oficina pública. En el propio hilo que se armó a raíz del tweet, surgieron ejemplos de ANTEL, el Ministerio de Trabajo y la Universidad de la República. Parece ser que las oficinas suelen incorporar tecnología en sus procesos pero siguen formalismos y etapas pensadas para un mundo papel. En definitiva, existen los servicios, las garantías técnicas, la capacidad humana, pero seguimos pensando en expedientes y trámites predigitales, desaprovechando todos los beneficios que lo digital trae consigo.
No es cliché afirmar que cuando hablamos de transformación digital requerimos un cambio 90% cultural y solo 10% tecnológico. Por eso, el principal desafío del gobierno para seguir avanzando en la digitalización no es crear un blockchain estatal, utilizar 5G o agregar inteligencia artificial a los trámites. El desafío es mucho más terrenal: enfocarse en las prácticas, costumbres y, sobre todo, la cultura organizacional de sus oficinas. Con la infraestructura que ya tenemos desplegada y algunos pequeños cambios en estas áreas, los beneficios pueden ser enormes.
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