Top Gun: Maverick
Por Martín Coitinho
Salvar al cine luego de la pandemia parecía una misión imposible, por lo que solo hay una persona que podía lograrlo: Tom Cruise.
Fuera de toda broma, Cruise peleó a capa y espada para que Paramount espere todo lo que hubiese que esperar a que los cines reabran y la gente pudiera ver su película en la pantalla grande, porque él así la concibió.
Cruise es de esos actores que desafían la teoría de que solo el director es “autor”. Como productor de sus propias películas, él es parte integral de su diseño, y cree mucho en el cine, en la materialidad y visceralidad por sobre lo artificial de los efectos por computadora.
Así fue que se decidió a hacer esta secuela de “Top Gun” una vez que la tecnología le permitió poner cámaras en los aviones y filmar a los actores de verdad reaccionando a las fuerzas G, para llevar al público a un lugar que de otra manera no sería tan efectivo.
“Maverick” es una película de la vieja escuela, que por momentos parece ochentosa (tanto desde lo visual como, por ejemplo lo musical), contada con la misma simpleza y linealidad que las películas de aquella época de la “Top Gun” original. Y no está mal. Estamos quizás un poco desacostumbrados a ese cine simple de buenos y malos, de chico conquista a la chica, un cine de una narrativa básica pero efectiva.
Y la verdad es que hay mucho para disfrutar de esa fórmula que tanto tiempo funcionó, y que fue reemplazada por un cierto cinismo. Por suerte, Cruise como autor, decide rescatarlo. Sí, claro que el mundo real es mucho más complejo (Rambo peleaba junto con “los buenos”, que en el mundo real resultaron ser los talibanes), pero esto es cine.
La película es un disfrute visceral, en el que lo visual y lo auditivo (desde los efectos a la banda sonora) funcionan perfectamente, y que le debe mucho al carisma de su protagonista.
Porque, al final del día, funciona perfectamente como una metáfora en la que a la vieja estrella de cine la llaman para llevar adelante un proyecto con el que claramente las nuevas estrellas no pueden solas.
Cruise es una de esas últimas estrellas de cine que nos quedan. Por suerte todavía tiene ganas de transportarnos y llevarnos de paseo en un F-18.
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