Venezuela vuelve a las urnas
Actualizado: 12 ago
Por Marco Consolo
El próximo 28 de julio se celebrarán elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela, de acuerdo con la Constitución. Los candidatos son 10, incluido el actual presidente Nicolás Maduro, candidato de la alianza «Gran Polo Patriótico». Se trata de las elecciones número 32 en 25 años.
Como siempre en el caso de Venezuela hay dos realidades: la real y la virtual.
La primera es la que se respira en las masivas movilizaciones electorales en las calles del ‘chavismo’ y en las encuestas que asignan la victoria electoral a Maduro, con una participación que oscilaría entre el 53% y el 60%.
La segunda es la difundida ampliamente por la artillería mediática internacional en manos de los “amos del vapor”, que dan por segura y por descontada una victoria sin precedentes de la parte más extremista de la oposición y una dura derrota del ‘régimen dictatorial chavista’.
Y la ‘guerra de las encuestas’ no da señales de amainar y es más dura que nunca.
La economía
A diferencia de 2018, con las elecciones celebradas en plena crisis económica (bajos precios internacionales del petróleo, elevado endeudamiento, fuerte contracción económica…), hoy la situación ha mejorado mucho. Tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) [i] como la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de la ONU [ii] proyectan un crecimiento del PIB del 4% para 2024. La inflación se ha reducido significativamente con un freno parcial a la especulación cambiaria, ha disminuido el uso de facto del dólar y se ha restablecido la circulación del Bolívar (moneda nacional), también en forma digital. Ha habido avances en sanidad y educación (con una recuperación en torno al 30%), pero sobre todo en la estratégica autoproducción de alimentos: si tras la victoria de Chávez se importaba alrededor del 70% de los alimentos, hoy el 80% se produce en el país. Un logro clave, rumbo a la soberanía alimentaria.
Y la decisiva producción de petróleo, que había caído a mínimos históricos en los últimos años, ha vuelto a acercarse al millón de barriles per dia y ya no es el único producto de exportación. No es casualidad que multinacionales extranjeras como Chevron, Repsol y la italiana ENI estén trabajando en el país y buscando nuevos contratos. Y tampoco es casualidad que, desde diciembre de 2023, en busca de petróleo, la Casablanca haya querido retomar el contacto con el gobierno venezolano, impulsada por la crisis en Oriente Medio y los peligros de transporte en el Mar Rojo. Lo ha hecho dejando de lado a la irritada y pendenciera oposición venezolana, sin abandonar el objetivo estratégico de derrotar al «chavismo» y a su expresión política. Pero la seguridad energética que puede representar Venezuela para todo el hemisferio occidental no tiene parangón en esta parte del mundo.
Por supuesto, no todo es un jardin de rosas. El Gobierno de Maduro tiene que lidiar con una realidad económica todavía crítica y lucha por satisfacer la complejidad de las necesidades de la sociedad, empezando por la insuficiencia de los salarios con los que el pueblo intenta llegar a fin de mes. En materia salarial, además del salario directo, el gobierno ha trabajado en el salario indirecto (llamado Ingreso vital) y en los «bonos», subsidios que complementan el salario directo. El tema de la alimentación se ha resuelto parcialmente a través de los «Comités Locales de Distribución y Producción» (CLAP), una red territorial y popular que se ocupa de la distribución subsidiada de los principales alimentos de la cesta básica y que abarca a más de 7 millones de familias.
El proceso electoral
La oposición está dividida internamente y, en los últimos días, algunos de sus dirigentes han expresado incluso su apoyo a Maduro. Los sectores fascistas han acumulado errores, uno tras otro. Empezando por la decisión de no participar en varias elecciones anteriores, siguiendo por la violencia callejera (“guarimbas”) de los años pasados, con un saldo trágico de 129 víctimas. Entre ellas, varias personas quemadas vivas sólo porque, por el color de su piel (que no era blanco inmaculado) o por su ropa, «parecían chavistas». Por no hablar de la farsa del «autoproclamado presidente» Juan Guaidó, reconocido por Washington e incluso por la Unión Europea. Una farsa que, sin embargo, permitió a unas empresas de ‘barras y estrellas’ apoderarse con muchas artimañas de la empresa estatal CITGO (con varias refinerías y más de 4000 gasolineras en EEUU), filial de PDVSA en el exterior. Asìmismo, la farsa sirvió a robar millones de dólares que fueron a parar en los bolsillos de personajes del ‘gobierno paralelo’ de Guaidó, con acusaciones recíprocas sin descuento. Pero, quizás el error más clamoroso de la extrema derecha venezolana ha sido el llamado a la intervención militar extranjera y a las medidas coercitivas unilaterales (las mal llamadas ‘sanciones’) que han empeorado significativamente las condiciones de vida de toda la población.
Lamentablemente, los errores parecen tener la cabeza dura. El fascismo venezolano, de acuerdo con los sectores más extremistas de Estados Unidos, se prepara una vez más para cantar «fraude electoral» e intentar desatar la violencia hasta el 9 de enero, día en que tomará posesión el Presidente (y el gobierno) surgido de esta ronda electoral.
A pesar de las declaraciones interesadas de estos sectores y de sus socios internacionales, el proceso electoral sigue su curso y con la mayor transparencia. Como ningún otro en el continente (y probablemente en el mundo), el sistema electoral en la Venezuela bolivariana es sometido a no menos de 16 auditorías. Entre ellas, la revisión del software, de la eficiencia de las máquinas de votación y la verificación de las listas electorales. Todas las verificaciones (antes, durante y después de las elecciones) tienen lugar con la presencia de representantes políticos y técnicos de los partidos de los diez candidatos, así como de observadores nacionales e internacionales. El proceso es verificado y validado mediante la firma electrónica de los representantes de todos los candidatos.
El peligro de la violencia fascista
Durante este periodo, se han producido dos hechos clave, que revelan las verdaderas intenciones de la derecha vinculada al golpismo y a las acciones terroristas.
En primer lugar, ocho de los diez candidatos presidenciales el 20 de junio firmaron un acuerdo para reconocer el resultado de las elecciones. Lo hicieron respetando los acuerdos firmados en Barbados el 17 de octubre de 2023 entre el gobierno y las oposiciones (con el acompañamiento de los gobiernos de Noruega y Colombia). El acuerdo fue firmado por los candidatos Antonio Ecarri, Luis Eduardo Martínez, José Brito, Daniel Ceballos, Javier Bertucci, Benjamín Rausseo, Claudio Fermín y Nicolás Maduro. Por el contrario, ni Enrique Márquez, ni el candidato de la extrema derecha, Edmundo González, lo firmaron. Pero, con la cara de piedra que le caracteriza, en las últimas semanas la extrema derecha venezolana ha pedido al Gobierno que respete los resultados electorales, omitiendo el detalle de no haber querido firmar el acuerdo propuesto.
La negativa a firmar el acuerdo alude a la voluntad de ignorar los resultados y promover una nueva ola de violencia. No se trata de alertas sin fundamento, ya que, incluso en las últimas semanas, se han producido acciones de sabotaje y se han frustrado otras.
Y no sólo eso. La semana pasada, en una sensacional denuncia pública, el grupo paramilitar de extrema derecha colombiano «Autodefensas Conquistadores de la Sierra» reveló que derechistas venezolanos los habían contactado para realizar acciones violentas. En la denuncia, difundida el 6 de julio en la cuenta X de la organización paramilitar @ACSN129068, solicitan «respetuosamente al Sr. Presidente Gustavo Petro que tome las medidas pertinentes para que las autoridades venezolanas puedan dialogar directamente con nuestra organización, para suministrarles la información y así iniciar los procesos judiciales respectivos».
El segundo episodio fue el simulacro electoral del 28 de junio, en el que pudieron participar todos los partidos políticos y observadores nacionales e internacionales. Sirvió para poner a prueba todo el sistema utilizado hace casi veinte años. Mientras la población participaba con entusiasmo (en algunos casos hasta altas horas de la noche), la ultraderecha intentaba desacreditarlo, crear dudas, cuestionar el órgano electoral (CNE) y el sistema electoral automatizado.
Dos hechos relevantes, simplemente ignorados o distorsionados por los principales medios de comunicación, que construyeron una narrativa para ignorar los resultados, cantar fraude y avalar un escenario de violencia en el país.
La campaña electoral
La campaña, que comenzó oficialmente el 4 de julio, permitió a todos los candidatos realizar actividades en las plazas, estar presentes en televisión, radio y canales digitales, con entrevistas y la difusión constante de su propaganda electoral.
En los principales medios de comunicación occidentales, hubo gritos de escándalo porque la «dictadura chavista» prohibiò presentarse a las elecciones a María Corina Machado, representante de la extrema derecha. Pero, ¿qué país o gobierno permitiría presentarse como candidata a alguien que abiertamente (y durante años) pidió el asesinato del presidente, la imposición de «sanciones», la invasión extranjera, el terrorismo, llegando incluso a representar a gobiernos extranjeros en organismos internacionales? Ninguno. Por el contrario, especialmente en los países occidentales, en la mayoría de los casos serían encarcelados y se les prohibiría ocupar cargos electos.
Para no ir muy lejos, en Italia las normas constitucionales son claras: el artículo 52 establece que «La defensa de la patria es deber sagrado del ciudadano». Y el artículo 54 afirma que «todos los ciudadanos tienen el deber de ser leales a la República y de observar su Constitución y sus leyes». Y el Codigo Penal establece una pena mínima de cinco años de cárcel (Art. 238) por violar esas normas.
Pero, las de Venezuela no son unas elecciones cualquiera. Desde el minuto siguiente a la victoria electoral de Hugo Chávez Frías, EEUU y varios gobiernos europeos y sudamericanos han impulsado una política de desinformación, desestabilización y asedio económico. Desde entonces, en el marco de la “guerra hibrida”, han utilizado todo tipo de «sanciones», golpes de Estado, ataques armados e intentos de asesinato contra el presidente, para tratar de derrocar al gobierno bolivariano. Todas acciones clamadas y apoyadas por personajes como María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledesma y Henrique Capriles.
El botín son las mayores reservas probadas de petróleo del planeta, gas, minas de oro y vastos recursos minerales, agua, además de una riquísima biodiversidad. Y en cuanto a la batalla de las ideas, se trata de la disputa histórica en el continente entre monroísmo y bolivarianismo, entre patria y colonia, entre fascismo y democracia. Es la batalla de un pueblo que defiende su sistema democrático, ‘participativo y protagónico’, contra la derecha y la ex-socialdemocracia que apoyan la guerra, el genocidio del pueblo palestino, que quitan derechos sociales y aprueban leyes represivas en sus países (Italia en primer lugar), mientras pretenden dar ‘lecciones de democracia’ a Venezuela.
El pueblo bolivariano vuelve a la ofensiva
Hoy, tras años de resistencia, el pueblo bolivariano vuelve a la ofensiva. Lo hace reinventando su lenguaje, curando heridas, superando dificultades, con Hugo Chávez como horizonte de referencia. Con una economía en recuperación, con políticas contra la burocracia y la corrupción, fortaleciendo «las comunas» y el poder popular desde abajo, creando espacios políticos para la integración de todos los actores económicos y sociales que defienden la soberanía nacional y contribuyen a la estabilidad productiva y económica. Incluso algunos sectores de la burguesía nacional.
Sin embargo, como decía el afortunado título de un lindo documental sobre el golpe de 2002, «La revolución no será transmitida». Ni por la artillería mediática de las grandes cadenas internacionales, ni por la RAI y los periódicos de referencia de la derecha y el centro-izquierda italianos. Por el contrario, los “latifundios mediáticos” repiten como loros la matriz de «dictadura» y «fraude», el «frame» promovido por la ultraderecha que ya se ve derrotada en las elecciones. Los opositores María Corina Machado y Leopoldo López llevan meses declarando que es imposible que gane Nicolás Maduro, mostrando su extravagante concepción de la democracia. Si no ganan ellos y si el poder político no vuelve a manos de quienes quieren privatizar el país y ceder su soberanía, es por “el fraude del régimen”.
¿Es Venezuela la sociedad perfecta?
Es obvio que la Venezuela bolivariana no es el paraíso terrenal, ni la sociedad perfecta. Sobre los límites, los errores, los riesgos de autoritarismo, la corrupción, el oportunismo dentro del proceso, hay mucho que reflexionar y corregir. Pero esto no significa ponerse del lado de la reacción, que quiere volver a gobernar y hacer y deshacer a su antojo como hacía en la «Venezuela saudita» del pasado. Para entendernos, aquella de los años que provocaron el levantamiento popular del Caracazo en 1989, reprimido a sangre y fuego, con miles de muertos sin nombre.
A pocos kilómetros de distancia, la Argentina de Milei es el espejo de lo que María Corina Machado y Edmundo González quieren hacer en Venezuela con su plan «Tierra de Gracia». La propuesta de la oposición de extrema derecha es una fotocopia del modelo neoliberal que llevó a Argentina a consecuencias desastrosas para la población. Con la intención declarada de reproducir aquellas políticas de ajuste fiscal, eliminación de subsidios y programas sociales, endeudamiento internacional que hipoteca la economía del país, y privatización de sectores estratégicos, especialmente la industria petrolera y gasífera. Una receta similar a la aplicada al pueblo argentino con sus repercusiones devastadoras.
Y si alguien tiene dudas sobre el carácter clasista de la oposición y de su agenda neoliberal, recomiendo la lectura de un tuit de ‘Vente Venezuela’, un partido de la derecha venezolana. «Nunca más le daremos al Estado el poder de hacernos ‘iguales’: eso nos lleva a la pobreza y a la esclavitud” [iii]. Más claro que el agua….
El 28 de julio se juega el futuro en Venezuela. Mantener la independencia y la soberanía o volver a ser una colonia. ¡Que nadie se equivoque!
[ii] https://www.cepal.org/sites/default/files/pr/files/tabla_actualizacion_proyecciones_pib_mayo-2024-esp.pdf
[iii] cfr. @VenteJovenT
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