Venta de humo
Actualizado: 8 feb 2021
Investigadores de las universidades norteamericanas Johns Hopkins y de Maryland salieron al cruce de la política del uso de los termómetros infrarrojos para el control de la pandemia.
La medición de la temperatura a distancia mediante termómetros infrarrojos en sitios de aglomeración o circulación masiva de personas, como medio de detección de portadores de COVID-19, ha sido fuertemente cuestionada por científicos norteamericanos.
William F. Wright (Johns Hopkins University School of Medicine) y Philip A. Mackowiak (Emeritus Professor, University of Maryland School of Medicine), en un muy reciente artículo publicado en la revista Open Forum Infectious Diseases, dejaron al descubierto las inconsistencias que supone la medición masiva de la temperatura con este tipo de termómetros, tal cual se ha aplicado y se aplica en Uruguay, sea para el ingreso al país por el aeropuerto o de clientes a los centros comerciales, sea en los sitios de gran aglomeración, como lo fuera la Expo-Prado.
La publicación reconoce la importancia de aplicar métodos de detección masiva en contexto de pandemia por enfermedades infecto-contagiosas, pero descarta que el método (admitido en diversos protocolos nacionales y extranjeros) de medir la temperatura corporal a distancia, resulte confiable y sea de utilidad.
Wrigth y Mackowiak recuerdan que el 60% de los pacientes que resultaron positivos para el virus SARS CoV-2 no llegaban a una temperatura de 38°C (cifra usada como punto de corte para generar sospecha de un caso) y que incluso en el 38% de ellos es menor a 37,3°C. Esto podría explicar que al 23 de febrero de 2020 entre más de 46.000 viajeros sometidos a los termómetros infrarrojos en aeropuertos de Estados Unidos, solo se identificara a una persona infectada con SARS-CoV-2, y que al 21 de abril de 2020 de unos 268.000 viajeros examinados, apenas se detectaron catorce.
Los científicos puntualizaron también que en una misma persona y en el mismo momento la “temperatura corporal” es diferente en las distintas partes de su cuerpo, por lo que la única medición confiable y estándar sería la de la sangre que circula por la vena pulmonar, cuyo uso resulta absolutamente inviable para mediciones rápidas y masivas. Además, los sitios de medición empleados (frente o muñecas) son especialmente influenciables por los factores ambientales.
A lo anterior hay que añadirle el amplio margen de error en la lectura de estos dispositivos, en relación a otros instrumentos, como el termómetro de mecurio. Los de tecnología infrarroja serían bastante más confiables si se intodujeran en el conducto auditivo, lo que tampoco parece de aplicación práctica, además de exponer a los trabajadotres encargados de medir la temperatura.
Todo indica que habrá que seguir aprendiendo de esta pandemia y que los decisiores deberán apoyarse en una evidencia científica sólida.
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