Íncubos y súcubos
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Damas y caballeros: ¿alguna vez se despertaron súbitamente, las damas aterrorizadas, con los ojos desorbitados, despeinadas y sudorosas, y los caballeros extenuados como si hubieran escalado una montaña? ¿Sí? Bueno, entonces deben saber que en esas oportunidades han tenido una relación sexual verdadera, involuntaria, ellas con un íncubo y ellos con un súcubo. Íncubos y súcubos son conocidos como demonios sexuales.
Pero…tranquilas y tranquilos: son seres espirituales, no corporales, que se presentan en la noche y originan pesadillas. Un íncubo es un demonio masculino; justamente la palabra íncubo viene del latín y significa “espíritu con forma de hombre que tiene sexo con una mujer, echándose encima”. Cuando las mujeres tienen sueños sexuales, lo que ocurre en realidad es que son poseídas por este tipo de demonio.
A los hombres les ocurre algo similar: los seres femeninos que los tientan y someten se llaman súcubos (del latín antiguo: recostarse debajo, yacer debajo de).
Un autor(1) dice que en la Edad Media este tipo de pesadillas era mucho más frecuente en las mujeres que en los varones y que “los conventos se veían particularmente infectados por los íncubos; se han registrado en muchos casos, verdaderas epidemias de tales visitas”. Agrega que “una de las formas favoritas adoptadas por los íncubos era la vestimenta clerical”. A su vez, parece que los súcubos, los demonios femeninos tenían predilección por los adolescentes y monjes. En fin…
El mismo autor refiere que “la mayor parte de los relatos contienen una mezcla de características voluptuosas y repelentes a las vez: abundan en ellos con bastante frecuencia, el dolor y la repugnancia”.
Apuntemos un detalle más: la palabra nightmare con la que se conoce a las pesadillas quiere decir night (noche) y mara (íncubo o súcubo), vinculada con mare que también significa yegua, yegua de la noche, y esto es importante para interpretar el cuadro que presentaré hoy.
La obra de arte de la semana es La pesadilla, también conocida como El íncubo, un cuadro de Johann Heinrich Füssli, pintor suizo establecido en Gran Bretaña. Se trata de una pintura al óleo, se encuentra en el Detroit Institute of Arts. Es de 1781, mide 1,02 m x 1,27 m.
Allí vemos a una mujer dormida tirada sobre una cama, poseída en un sueño erótico por un íncubo que se presenta como un demonio simiesco que está oprimiendo el pecho de la mujer; esa posición seguramente alude al dolor torácico que aflige a estas soñantes como expresión de la angustia luego de un descanso tan turbulento. La escena está enmarcada por un cortinado y es observada por un temible caballo o yegua…un equino voyeur.
Pero el tema de este artículo no es el sexo, al que ya le hemos dedicado, inmerecidamente, muchas palabras, sino el sueño. Al hablar del sueño no podemos olvidarnos de Sigmund Freud y su obra La interpretación de los sueños (1900). Allí Freud plantea que la actividad onírica es una realización de deseos rechazados y postergados, y, por consecuencia, una vía de acceso al inconsciente mediante la interpretación de la asociación libre de los símbolos que aparecen en los sueños.
El sueño va asociado a descanso, suspensión de la actividad mental; sin embargo, como vemos, es un periodo activo, importante y fascinante de la vida. Jorge Luis Borges decía que era sorprendente que luego de los sueños mantengamos la cordura y sigamos siendo los mismos. Al comienzo del poema El sueño (2), Borges dice:
Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?
Por último, una recomendación: si les interesa este apasionante tema, sugiero leer la conferencia que dictó Borges titulada La pesadilla, que aparece publicada en el libro Siete noches. Una delicia (3).
Referencias
1- Jones E. La pesadilla, Bs. As: Paidós; 1967
2- Jorge Luis Borges. El sueño. En La rosa profunda. 1975
3- Jorge Luis Borges. La pesadilla. Siete Noches. México DF, 1980
