«De bichos y flores. La Vela Puerca», de Jorge Costigliolo
Por Lorena Zeballos Báez
“Hasta el día de hoy repite: Jaime es Jaime; Rada es Rada y yo soy yo. Quiero apostar. Por lo menos me quiero dar la boca contra el piso. Cuando pase eso y no tenga dientes, me daré cuenta de que la realidad, vista por mis ojos, me dice que no puedo” (Sebastián Cebreiro hablando de Sebastián “el Enano” Teysera).
Elegí esta cita para reseñar un libro especial; de un disco especial. Y no lo digo para llenarme la boca y caer en el lugar común de ensalzar a los artistas contemporáneos como “épicos” por el puro miedo de no saber qué decir o simplemente romper un lazo. No le debo plata a la Vela (creo que a Costigliolo tampoco), así que esta es una nota desde la pura subjetividad de quien en 2001 vio el nacimiento del 90 % de su personalidad.
Ese año, a este lado del charco se venía una crisis y las crisis siempre van acompañadas de nacimientos. Y “De bichos y flores”, segundo disco de La Vela Puerca, no solo fue un quiebre en el rock de la época; literalmente fue el nacimiento de una generación que con poco para perder se animó a cinchar de la cuerda del sueño que ya no estaba y había que reconstruir.
Con “De bichos y flores”, el libro de Jorge Costigliolo, viajé sin pasaporte al año en el que, sin un peso partido al medio, mis viejos me regalaron mi primer “huevito” y mis primeros discos. Solo unos meses más tarde, con un nudo en la garganta, el huevito y ese disco bajo el brazo —literalmente— me despedí de mi casa, mis amigos, mi todo.
Con entrevistas a la banda y músicos, productores y periodistas que formaron parte del disco y de su historia, Costigliolio descubre verso a verso por qué al final el Enano y la banda no se dieron contra el piso. Y pudieron. Pudimos todos.
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