El último suspiro
Por Baltasar Aguilar Fleitas
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo. «No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de otro modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte.» Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aún después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.”
Los comienzos determinan a menudo el destino de una obra. De ellos depende en buena medida que el lector siga leyendo o abandone el texto.
Para mi gusto este es uno de los mejores de una obra literaria junto con el tan conocido “En un lugar de la Mancha…”
El párrafo transcrito es del libro Pedro Páramo del escritor mexicano Juan Rulfo (1917-1986). Viene a cuento porque hoy 16 de mayo se está cumpliendo aniversario de su nacimiento.
Juan Rulfo sólo escribió tres obras de gran relevancia: Pedro Páramo, El llano en llamas y El gallo de oro, pero eso le permitió tener un sitio muy importante en la literatura universal.
En una sección dedicada al arte está justificado aludir a la obra de Rulfo por su aporte a la literatura, pero también es un invitado de lujo si nos reservamos sólo el derecho a presentar imágenes de arte.
Eso se explica porque Rulfo, además de escritor, fue un extraordinario fotógrafo.
En su homenaje presentamos Mi último refugio, foto que Rulfo tomó en 1960 aproximadamente.
No importa saber qué es exactamente lo que Rulfo fotografió, dónde está, cuál es la historia de esa edificación. Eso forma parte de la verdad y la verdad tiene una importancia relativa en el arte. En arte lo que importa es el impacto directo en la sensibilidad y tener el coraje de arrojarse a las alas de la interpretación, es decir, lo que importa es el vuelo de la conjetura. Mi último refugio puede obviamente ser un cementerio, o también uno de esos muros que pone la vida ante los que, después de tiempo y esfuerzo tras una meta o fantasía, caemos exangües y sin alma…
O quizás tenga que ver con formas de morir: no se ve ninguna ceremonia ni ningún cadáver así que tal vez tenga relación con otro pasaje:
"— ¿Ya murió? ¿Y de qué?
— No supe de qué. Tal vez de tristeza. Suspiraba mucho.
— Eso es malo. Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace."
(Pedro Páramo. Juan Rulfo).
Cuando se suspira mucho de tanta tristeza, no quedan restos físicos para enterrar. Es un lento y silencioso irse…
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