«Recursos inhumanos», de Pierre Lemaitre
Por Inés Nogueiras
Pierre Lemaitre es uno de mis autores favoritos del género thriller/negro/policial o —como le decimos en mi barrio— de esos libros que no podés soltar hasta el final de la historia. Si continúo la reseña en esta línea confesional, debo admitir que la que me gustaría escribir es sobre «Vestido de novia», el primer título que leí de su autoría y que selló mi admiración por Lemaitre. El problema es que contar de qué va «Vestido de novia» es imposible sin revelar la trama, así de genial es su construcción narrativa. Así que pueden confiar en mi criterio: léanlo.
Pasemos, ahora, a lo que nos ocupa. En 2010, Lemaitre publicó «Recursos inhumanos», una novela con la que ganó el Premio de Novela Negra de Europa y que tiene esta sugerente premisa: «El antaño flamante director de recursos humanos Alain Delambre ha perdido toda esperanza de encontrar trabajo y se siente cada vez más marginado. Cuando una empresa de reclutamiento considera su candidatura, está dispuesto a todo con tal de conseguir el empleo y recuperar su dignidad, desde mentir a su esposa hasta pedirle dinero a su hija para poder participar en la prueba final del proceso de selección: un simulacro de toma de rehenes». ¿Qué puede salir mal, verdad?
Lo mejor que tiene esta novela es cómo Lemaitre construye la debacle moral y mental del personaje. Toda la primera parte del libro es muy difícil de leer, porque pega en todos los lugares donde puede pegar: la injusticia, la apatía, la desesperación, la violencia, los silencios. Una vez que se llega al meollo de la historia, el lector está en el mismo plano que el protagonista: dispuesto a todo. A partir de allí el vértigo de la acción y de las vueltas de tuerca no da descanso. Quizás sobre el final hay, merece decirlo, más vueltas de las que una buena historia necesita. Pero sin dudas es un viaje difícil de abandonar.
En 2020 —¡qué año para esta historia!— Netflix estrenó una serie basada en esta novela, con el exfutbolista Eric Cantona ofreciendo una soberbia actuación en el rol protagónico. Cierro esta reseña como empecé, con otra confesión: me resultó mucho más difícil digerir la historia en el formato audiovisual que en la lectura, por lo que la dejé para cuando vengan tiempos mejores. Ojalá.
