Una historia de mujeres
Actualizado: 14 mar 2023
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Mañana se conmemorará el Día Internacional de la mujer.
En una ocasión tan especial es posible recordar bonitas historias protagonizadas por mujeres, algunas románticas o de abnegada maternidad, otras de duros trabajos y luchas, historias heroicas y artísticas, sensibles y poéticas, y también anónimas. Pero la oportunidad es asimismo propicia para hacer referencia a esas otras historias de mujeres, las que quizás no se quieren mirar pero allí están con su pesada rotundidad.
En este cuadro del pintor francés Henri de Toulouse-Lautrec, de 1894, se muestra a dos mujeres que ejercen la prostitución. Allí están haciendo fila para que el médico las revise con el fin de saber si tienen o no una enfermedad de transmisión sexual. Se levantan sus vestidos, los sostienen por delante y muestran sus nalgas desnudas en una espera humillante que parece ser vigilada por la jefa del prostíbulo, que sería la mujer vestida de oscuro que se ve de espaldas a la derecha del cuadro.
Se percibe en estas mujeres una mezcla de dignidad, vergüenza, resignación y también temor porque si el diagnóstico del médico fuera positivo, o sea que tuvieran una enfermedad de transmisión sexual, serán internadas en las Hermanas de Saint-Lazare, un hospital-cárcel de Paris donde eran obligadas a realizar durísimos trabajos ordenados por las crueles monjas que las maltrataban de diversas maneras. Si pese a estar enfermas continuaban trabajando, como eso significaba un riesgo para los hombres que concurrían a los burdeles ¾los únicos que el sistema establecía que había que cuidar¾, eran condenadas con tres meses a un año de prisión.
El color rojo predomina en el cuadro. Esta tonalidad puede significar el rojo pasión muy característico de los burdeles, pero también el rojo que simbolizaba la infección que estas mujeres contraían frecuentemente.
Probablemente estén resignadas porque ese era su trabajo, el más antiguo del mundo, según dicen, pero también el más peligroso y aterrador por aquellos tiempos. Hay que tener en cuenta que este cuadro de Toulouse-Lautrec es de 1894 y la causa de la sífilis, la más peligrosa y mortal de las “enfermedades de las mujeres” como se les llamaba, se conoció recién en 1905, mérito del médico militar berlinés Erich Hoffmann y del zoólogo Fritz Schaudinn, que descubrieron el microbio Treponema pallidum. A eso hay que agregar que luego de años de tratamientos con otras drogas como el salvarsán, el descubrimiento de la penicilina, el antibiótico realmente efectivo contra la sífilis, recién se produjo en 1928 y se comenzó a usar en la década de 1940.
Como hay que contar la historia completa, es necesario agregar que Toulouse-Lautrec, el pintor de este cuadro, conocía al dedillo los bajos fondos de París y entabló una fuerte amistad con muchas de estas mujeres. La primera de las mujeres que se ve en el cuadro es Gabrielle, una de sus preferidas. No sabemos quién es la mujer pelirroja. Tuvo relaciones con ellas, de eso no hay dudas, contrajo sífilis pero también parece que las comprendió y amó. Y quizás por eso pintó esta escena a modo de denuncia. Si así no fuera, si ese no hubiera sido el propósito del pintor, la resignificación de esta obra con el lente actual, nos permite a nosotros, espectadores modernos, darle el carácter de denuncia.
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La historia de la sífilis es muy interesante y en nuestro país ha sido abordada por el doctor Antonio Turnes en un artículo que pueden leer en este enlace y en un libro muy completo y de amena lectura: La sífilis en Medicina, ediciones Granada, del mismo autor.
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Hoy los problemas más graves de las mujeres no son las enfermedades de transmisión sexual sino la violencia basada en género, la violación y el asesinato y diversos tipos de discriminación disimulada o desembozada. Frecuentemente tomamos conocimiento de hechos repugnantes y de una crueldad horripilante. Pero como el pasado 3 de marzo se conmemoró el día internacional por los derechos de las trabajadoras sexuales me pareció oportuno vincular ambas fechas: 3 y 8 de marzo aprovechando las infinitas oportunidades que brinda el arte de mostrar y enseñar casi todo, incluso Historia.
El cuadro se llama La inspección médica. Está en el museo National Gallery of Art, Washington DC. Es un óleo sobre cartón y mide 83,5 x 61.4 cm.
Que pasen muy bien su día y todos los días.
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